"Ninguna familia tiene que sentirse desamparada, ningún pueblo debe ser pesimista aún en medio de las crisis que parecen insolubles. Dios está en medio de nosotros" predicaba Monseñor Oscar Romero en la navidad de 1979. Y así debe ser. Es, en estos momentos, tan complicados en nuestra tierra, cuando debemos seguir volviendo nuestra vista a los pueblos y territorios más desfavorecidos.
Cáritas, nuestra Cáritas, tiene siempre una visión universal. Nadie nos es ajeno. En este momento de sufrimiento en España, cuando nos sentimos en la incertidumbre y el dolor, cuando nos llega el miedo por nuestros ancianos y las gentes que sufren en los hospitales y cuando vemos la heroicidad de los cuidadores y se sigue atendiendo aquí, desde Cáritas, en necesidades básicas a los últimos, vemos el rostro de Cristo en la Cruz que nos encamina al Cristo resucitado y esperanzador.
Juan XXIII dijo una vez:“Frente a los países subdesarrollados , la Iglesia se presenta tal como es: la Iglesia de todos y, particularmente, la Iglesia de los pobres”. Así es hoy también. Nuestras Cáritas hermanas, con las que trabajamos, siguen atendiendo y caminando con su gente. En este sentimiento fraterno, los compañeros y compañeras de aquellas Cáritas continúan, dentro de lo posible, también acompañando.
Nos situamos en diferentes contextos, en países y territorios con mucha población que vive en una economía de subsistencia, economía familiar que depende del día a día, sin ninguna capacidad de ahorro y sin más ingresos o efectivo que el producto de la venta del día, de lo que se cargue en el mercado o de los billetes que se vendan para el microbús. También en lugares alejados donde el acceso es complejo y la presencia de Estado casi nula. Reflexionábamos en estos días con un sacerdote de una Cáritas hermana en América: ¿Cómo estarán viviendo ahora en esas comunidades de la Amazonia profunda o de los Andes inmensos? ¿Que será de esas pueblos en las periferias dentro de las periferias en Senegal, Colombia, Chad, Paraguay, Togo, Bolivia, Filipinas o Zimbabwe? Por seguir mirando alrededor, en Tierra Santa nuestros hermanos de Cáritas Jerusalén están prácticamente paralizados desde hace semanas, con los proyectos parados y con dificultades añadidas a las que tiene la población palestina en la movilidad habitual, además de la gran amenaza que es este virus para territorios, por ejemplo, como Gaza, con sistemas de salud ya saturados y graves dificultades humanitarias. O, más allá de lo geográfico y las situación económica y social de cada país, dramas añadidos como, por ejemplo, más de 50 migrantes venezolanos “atrapados “ en la ciudad de Potosí durante la cuarentena, sin dónde ir y sin nada- nada- que comer más allá de los que la Cáritas Potosí puede conseguir, limitada, a su vez, por los permisos especiales para circular y comprar alimentos.
Con ese presente, ¿que será en el futuro inmediato? Los tiempos son extraños y la realidad cambiante. En una mera cuestión de tiempo, los calendarios de las cuarentenas también son distintos; cuando salgamos de la nuestra, tal vez otros países hermanos estén en lo más profundo de su crisis. Y, por añadidura, la crisis económica que vendrá en Europa, repercutirá sin duda en la cooperación y la capacidad- Dios no quiera la voluntad- de ser solidarios. Pero en Cáritas debemos seguir siéndolo desde nuestra cooperación fraterna y tras acoger y atender, seguir cuidando con generosidad. No debemos olvidar que aquí y allá estamos hermanados en esta crisis y en cualesquiera de las emergencias humanitarias que vengan.
En esa realidad, nuestra mirada desde Cáritas Diocesana de Zaragoza- y desde la Confederación- no varía y nuestra dimensión universal de la caridad tampoco. Con fe, seguiremos acompañando y cuidando a los últimos de este mundo, aquí y allá, al prójimo cercano y al lejano, siguiendo a nuestras Cáritas hermanas que, en su testimonio, recorren aquellos caminos, internados, ríos, cárceles, barrios, escuelas y comunidades donde habitan los que dan razón a nuestra iglesia nazarena y son, también hoy, nuestra opción preferencial. Y acompañaremos desde la esperanza en una humanidad fraterna y en una Pascua liberadora.
Carmelo Crespo Zaldívar
Técnico de Cooperación de CDZ