El Proyecto artístico-social ‘Caídos del Zielo’, que impulsó hace unos meses la Coordinadora de Personas Sin Hogar – de la que Cáritas Zaragoza forma parte-, une a profesionales de las artes escénicas con personas en riesgo de exclusión social. Este taller de teatro pretende potenciar su creatividad, sensibilidad y ser una herramienta para ayudar y estar cerca de muchas personas que, sin comprender el modo, se ven envueltas en una situación de sin hogar, tienen que enfrentarse a un proceso de migración forzosa o se encuentran ahogadas por facturas que no pueden pagar.
"Nadie" habla de todas las personas que participaron en ese proyecto y es el resultado visible de su éxito. Muestra el hilo tan fino que separa una vida cómoda de una a la intemperie, de la mendicidad, de la búsqueda de comida en los contenedores o enfrentándose a la incomprensión y al miedo de la indivisibilidad. "Nadie" es una forma de visibilizar a todas estas personas que viven muy cerca de nosotros pero que muchas veces somos incapaces de ver o escuchar.
Jesús Manuel Quijano Valdés es uno de los participantes de este programa, funcionario en su país y persona sin hogar en España. Una persona sin hogar que rompe con todos los prejuicios que pueden presentarse en nuestra mente cuando escuchamos esta expresión. En el momento en el que empezó a vivir esta “encomiable tarea del sinhogar” -como lo denomina él- se preguntó ¿Qué puedo hacer sin dinero? Y su respuesta fue: cultura. A partir de entonces empezó a leer más y comenzó a escribir. La cultura le mueve y envuelve su vida, acude a charlas y conferencia y participa en un programa de radio. Todo lo que sea para mantenerse ocupado. Y hace unas semanas se estrenó como actor de teatro gracias a este proyecto artístico-social.
A pesar de que admite que los ensayos fueron duros y que tuvo poco tiempo para entrenar debido a algunos problemas de salud, siguió junto a diez compañeros más y consiguieron colgar el cartel de ‘entradas agotadas’. En la puesta en escena, que se desarrolló durante el mes de marzo, “me puse muy nervioso los dos días. Dicen mis amigos que no se notaba, pero yo sentía que me temblaban las piernas”. Con nervios, pero con valor, recitó en el Teatro del Mercado un monólogo que él mismo había escrito hace dos años. Tuvo que adaptarlo y reconoce que le costó reducirlo “porque, cuando escribes, cuesta trabajo quitar un reglón que te costó siete años vivirlo para después escribirlo”.
Debutó con un personaje que creó –en cierto modo inspirado en su historia-, llamado Ambrosio Maracalle y Rueda. Ante nuestra solicitud, sin pensarlo, como si volviera a actuar, recita un fragmento de su monólogo. “Soy el maestro de todos los que aspiran a vivir en la calle. Hoy más solicitado debido al programa Bolonia, que obliga que cualquier actividad debe tener reconocimientos oficiales. Doy clases en un parque ruidoso… Se preguntarán ustedes ¿en un sitio bullicioso podrán concentrarse? Si quieren ser sintecho distinguidos deben acostumbrarse a los alborotos, a los treinta y dos tipos de climas, no todos agradables, a los malos olores, a las humillaciones y como los autónomos, jamás enfermarse. Son 29 lecciones y 11 prácticas, estas últimas gratuitas si aprueban las primeras. Primera lección: ¿Qué deben llevar consigo? Recuerden que la mayor parte de esos objetos los tirarán pronto. Nuestros días son interminables. Este quehacer no es para señoritos. Observen qué llevan dentro de las mochilas: ropa, tabaco, audífono, radio, algún libro, algunas cosas que no van a observarse a primera instancia, como las nostalgias o los souvenirs”.
Lleva casi quince años en España, donde vino por amor, pero las cosas no funcionaron como preveía. “Me quedé sin dinero, en la calle, sin parientes a los que recurrir. Entras en shock, en una depresión. La depresión, supuestamente, la controlaba, pero se te cierran las ideas, se te cierra la cabeza. No sabes qué hacer, no sabes a quién acudir”.
La misión de Cáritas es acoger, acompañar y estar cerca de los más vulnerables para que no queden desamparados. “Yo no sabía nada de Cáritas, de los comedores, no conocía nada de nada. Jamás me imaginaba yo que iba a andar en esto”. Reconoce que iniciativas como este taller les ayudan a mantenerse ocupados y a no darle vueltas a la cabeza. Tras compartir techo con otras personas en albergues o cajeros, consiguió durante unos meses entrar a vivir en un piso. “Después gracias a la intervención de Cáritas, me trasladé a vivir con los Hermanos de la Consolata, que es donde estoy ahora”.
A pesar de la incertidumbre que ha implantado el COVID-19 entre toda la sociedad, Jesús tiene la esperanza de poder volver a repetir su experiencia como actor. De hecho, ya ha empezado a pensar en ideas sobre nuevos monólogos y textos que escribir. Quizás podamos volver a escuchar pronto a Ambrosio con nuevas enseñanzas adaptadas a la extraordinaria situación que nos está tocando vivir a todos, sin etiquetas.
Agradecemos a Jesús habernos contado
su historia para nuestro blog. GRACIAS