El otro día en una reunión con nuestro arzobispo, don Vicente, nos dio este decálogo que nos puede venir muy bien a todos los que trabajamos en la Iglesia. Lo compartimos con todos vosotros, lectores de este blog, porque consideramos de gran importancia trabajar juntos por la comunión y la corresponsabilidad en nuestra iglesia diocesana. 
1.       Del culto al yo, a la devoción por la comunidad y la fraternidad. 
2.       De la comodidad que impide comprometernos, a la ascética de aceptar el compromiso y mantenerlo firme. 
3.       De la incomunicación de pensamientos y sentimientos, a la apertura y receptividad hacia los otros. 
4.       De la obsesión por la eficacia (‘hacer cosas’), a la preocupación por la pedagogía (‘educar personas’). 
5.       Del egoísmo por conservar lo que es mío, a la generosidad de compartirlo todo. 
6.       De la enemistad, la envidia, el recelo y la confrontación, a la aproximación, la estima y la confianza hacia los otros. 
7.       De la amargura de la crítica sistemática, a la corrección fraterna en la verdad y en la caridad. 
8.       Del miedo por la suerte de la Iglesia, a la confianza en el Espíritu y en los hermanos. 
9.       Del protagonismo personal, al servicio callado y oculto. 
10.   De la prisa por el éxito, a la paciencia del sembrador y a la gratuidad en el servicio.
 

 
