Continuamos con nuestra serie de artículos sobre otros territorios, para conocer cómo afectan las circustancias actuales a las vidas de nuestros hermanos. Siempre desde la mirada de la Caridad Universal. Hoy Carmelo nos sigue contando cosas de los hermanos que viven en Tierra Santa, os dejamos con la segunda parte de su artículo.
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Dejábamos el artículo de la pasada semana con la palabra preocupación, pero no me gustaría dejarlo así prefiero combinarlo con otras palabras como dignidad, comunidad y trabajo. Nuestros proyectos, actualmente allí, son tres: dos de apoyo agropecuario y comercialización de productos, junto a Cáritas Jerusalén y Caritas Española y uno de educación: apoyando el colegio de Ntra. Señora del Pilar y a las Hnas del Calvario.
Ha sido este tiempo de parón, tiempo de saber que poco se podía hacer. Junto a las compañeras de Cáritas Española ha sido tiempo también de comunicación con nuestras contrapartes de los países con los que cooperamos para saber de las gentes allí y de las posibilidades de continuar. En paralelo, el trabajo administrativo aquí estaba también paralizado y la pregunta, en medio de la incertidumbre, era cómo continuar, cuándo hacerlo y qué pasaría en el futuro: ¿Cumpliremos con las propuestas, alcanzaremos los plazos, daremos el servicio a las familias con las que nos habíamos comprometido?
En primer lugar, os quiero hablar de Belén. Fue uno de los primeros focos en esta pandemia y el confinamiento fue estricto, respondido con responsabilidad por sus habitantes. Tal es así que en los campos de Beit Jala, un vergel verde en el distrito de la ciudad de Belén, los campesinos no han podido acceder a sus tierras. Y justo allí, teníamos en marcha sendos proyectos de nuestra Cáritas, uno apoyado por el Ayuntamiento de Zaragoza y otro, iniciando justo en marzo, apoyado por el Gobierno de Aragón. Para tener una visión general de la importancia de estos proyectos, habría que comentar que un 27% de los hogares de la Cisjordania ocupada sufre de inseguridad alimentaria (Informe OCHA) por falta de empleo, el alto coste de la vida y los escasos ingresos familiares... Un vector importante en sectores campesinos es la poca producción, a su vez con causas también enraizadas, entre otros, en el conflicto.
Preocupa también la caída del turismo, en una ciudad de continuo turismo religioso como es la eterna Belén (por cierto, ciudad hermanada con Zaragoza y cuyo alcalde nos visitó en 2018). Además, a las familias del proyecto, más allá de la producción agropecuaria, la razonable preocupación por la protección de su tierra, heredadas de sus ancestros están con la amenaza cierta de la ocupación. Esa preocupación se agudizó hasta la semana del 17 de mayo por la imposibilidad de trabajarlas. En este tiempo, Cáritas Jerusalén continúa apoyando a las familias y desde aquí continuaremos apoyando su trabajo, al lado de los últimos.
En segundo lugar, os quiero hablar de Jerusalén. Allí en pleno centro se encuentra el colegio de Ntra Sra del Pilar, con el que lleva trabajando Cáritas Zaragoza desde 2004, con fondos propios y también con apoyo de la DPZ. Jerusalén, ciudad donde empiezan y acaban los caminos, Ciudad Santa para las tres grandes religiones y ciudad hoy en día de contrastes. En este tiempo, se paralizó también toda la actividad educativa, hace bien poco las alumnas pudieron volver de nuevo. El colegio- en un antiguo edificio que fue hasta 1923 sede del Consulado español- cumple una fenomenal labor educativa y de acogida a más de 200 niñas palestinas (cristianas y musulmanas) de familias en situación vulnerable e imparte educación desde preescolar a superior. Además, es un centro modelo en Jerusalén Este, modelo de educación en valores, de tolerancia, de cuidado a las personas, de amparo y de generosidad... Desde allí la Madre Marta Gallo y su equipo y con voluntarias como Bárbara lidian a diario en una realidad, sin duda, compleja, apoyando la educación y el crecimiento personal de las niñas y jóvenes del colegio.
En estos días, el patio exterior del colegio se ha convertido en improvisado lugar de reunión para cristianos. El párroco del centro, al tener que cerrar la Iglesia, ha celebrado las misas en árabe para un máximo de 30 personas por día, fuera martes, domingo o cualquier día. Haciendo comunidad desde la comunidad, bajo la imagen de la Virgen del Pilar. En el confinamiento, profesoras y alumnas han tenido dificultades para la enseñanza a distancia. Sin duda, los privilegios también se han notado en esta cuarentena. Y ahora el futuro: retorno de las alumnas, con nuevas situaciones familiares, seguramente afectadas gravemente y de nuevo por esta crisis... Desde el equipo de Cooperación de CDZ acompañaremos ese futuro desde el servicio y la cooperación fraterna, creyendo -junto al equipo del colegio- con firmeza en una vida mejor para esa generación.
Aquí, desde nuestra Iglesia y nuestras comunidades, tenemos la oportunidad de abrir los ojos peregrinos. En nuestra reflexión, nuestra oración y en nuestros viajes parroquiales allí no veamos solo los muros turísticos e históricos: miremos a los primeros cristianos y la sociedad donde viven, a las piedras vivas y los otros muros, estos modernos e impuestos, que rodean las primeras comunidades. Sin miedo, con denuncia profética, desde aquí ampliemos esa mirada en Tierra Santa y seamos capaces de ver la realidad de aquellas personas que habitan la tierra donde está la esencia de nuestra fe y que hoy es signo de sufrimiento para muchos, pero tiene que serlo también de esperanza.
"La misión de la iglesia es una misión profética que proclama la
Palabra de Dios en el contexto local y en los acontecimientos cotidianos, con
osadía, dulzura y amor por todo. Y si la Iglesia toma partido, es por el
oprimido que Ella toma partido. Ella permanece a su lado, como Jesús ha
estado del lado del pobre y del pecador que ha llamado a la penitencia, a la
vida y a volver a encontrar la dignidad que Dios le ha dado y que no es
permitido a nadie de privarla de ella".
Documento Kairos .Un momento de verdad.
Carmelo Crespo Zaldivar
Técnico Cooperación CDZ