31 octubre, 2019

La exclusión y la mujer

Recursos sociales de alojamiento para mujeres, siempre ha habido pocos – por ejemplo, las plazas en el Albergue Municipal son muchas menos que las que hay para los hombres- y lo raro es que no estén colapsados. Además, las situaciones se agravan si hablamos de mujeres con menores a su cargo o mujeres embarazadas. Por otra parte, tampoco es fácil vivir en una habitación realquilada, no sólo por precio, sino por el riesgo que conlleva compartir techo con personas desconocidas. 

¿Somos verdaderamente conscientes de lo que supone? En Cáritas vemos muchas situaciones de abuso con las personas que viven en habitaciones realquiladas (limitación del uso del baño, de agua, de consumo de luz, negación o cobro por empadronamiento…). 

Y si hablamos de mujeres con hijos a cargo ¿alguna vez nos hemos parado a pensar el riesgo al que se ven abocados los niños y niñas en estas circunstancias? Y si hablamos de conseguir alquilar un piso hoy en día, para muchas mujeres resulta complicado no, imposible. 

¿Qué cuesta? No sólo se trata de dinero sino de presentar como aval nóminas -que tripliquen el precio del alquiler-, así como contrato – indefinido -, contratar un seguro de impago... ¿Cómo puede alquilar un piso quien cobra el Ingreso Aragonés de Inserción? 

Pues bien, todo esto es la problemática que nosotras vemos de todos los casos que tratamos en nuestro día a día pero para que todos vosotros podáis haceros una idea de la realidad, queremos contaros dos historias de vida -no pondremos sus nombres para garantizar su privacidad-: 

“Chica joven, migrante, mantenedora de su fami­lia. En su país fue víctima de amenazas y violen­cia de bandas callejeras. Cuando llegó a Fogaral, estaba a punto de dar a luz y vivía en el piso de al­terne donde anteriormente había ejercido prostitución. Cuando nació la niña se quedó sin alojamiento. Los Servicios Sociales le ofrecieron, como única opción, ir a la Casa-cuna de Zaragoza pero no había plaza libre para ella. 

Un conocido le prestó tem­poralmente una habitación y la empadronó. Al mes, tuvo que dejar dicha habitación y ante la imposibilidad de alquilar nada, volvió al piso de alterne dejando a la niña al cuidado de una conocida en un pueblo cercano a Zaragoza. Volvió a ejercer prostitución habiendo pasado sólo cinco semanas tras haber dado a luz. A pesar de todo, sin casi dormir, iba todos los días a ver a su hija al pueblo. 

La primera vez que llevó a la niña al pediatra no la quisieron atender por no estar empadrona­da, ¿no se supone que a los menores se les atiende siempre? Una vulneración más de sus derechos. En Fogaral le apoyamos con el alquiler de una habitación y otros gastos. Los Servicios Sociales le ofrecieron una ayuda de alimentación. Desde nues­tro centro además le apoyamos presentando una solicitud de alojamiento social a otra entidad. 

Dada la situación, volvió a ejercer prostitución en el piso de alterne para mantenerse ella y su hija”

Este caso es sólo un ejemplo de situaciones en las que se hace muy patente que es casi imposible, aun estando en un país del primer mundo, salir de la pobreza.

Artículo extraído del boletín semestral de Cáritas, puedes leerlo en el siguiente enlace