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25 noviembre, 2019

Promover la igualdad de la mujer

En Septiembre 2015, 193 países en el marco de la Organización de las Naciones Unidas aprobaron los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad. Desde Cáritas Diocesana de Zaragoza queremos revisar con vosotros nuestras acciones en relación con ellos. Hoy nos centramos en uno de esos objetivos: Promover la igualdad de la mujer. ¿Cómo trabajamos por él?

En el día a día incidimos en las personas que más lo necesitan, sin importar país de procedencia, sexo, edad de la persona. Los perfiles de las personas atendidas cambian… según la sociedad cambia. Lo que es inmutable es que nos debemos a aquellas realidades más excluidas y, en el marco de la exclusión social con rostro de mujer, os contamos nuestro proyecto Fogaral.

Centro Fogaral
Mujeres que ejercen la prostitución y víctimas de trata con fines de explotación sexual


La palabra “Fogaral” significa “calor de hogar”: ese es el espíritu del centro, donde se atiende a mujeres que ejercen la prostitución. Ofrece un servicio de acogida, información, orientación, acompañamiento, apoyando el desarrollo de su autoestima y autonomía. En el año 2018, hubo 410 mujeres beneficiarias, algunas de ellas víctimas de trata con fines de explotación sexual.

Fogaral es un lugar al que acudir donde, como dice Rosa (que ha sido voluntaria responsable del proyecto durante 30 años) “Aquí el objetivo último no es que salgan de la prostitución, sino acompañarlas, orientarlas, informarlas de sus derechos, apoyarlas en su promoción personal, en la inserción social y laboral. Y sobre todo escucharlas”. Se acompaña individualmente a cada mujer en su proceso, con apoyos específicos en el ámbito personal-social, jurídico-administrativo, sanitario y familiar. Se realizan también actividades grupales: la idea es que sea un lugar donde la mujer se sienta arropada y dignificada. 


Las compañeras de Fogaral (un equipo de 20 voluntarias y 5 profesionales contratadas), nos ofrecen su mirada ante esta realidad: la del aumento de estas mujeres viviendo en la calle o en condiciones de infravivienda (habitaciones realquiladas, residen con un cliente en condiciones indignas por no quedarse en la calle), la de la imposibilidad de acceso a cualquier vía de salida, por ser extranjeras en situación irregular, las dificultades en ese empadronamiento necesario para acceder a cualquier prestación. Si una mujer es víctima de trata y es testigo protegido, ¿cómo busca empleo? O ¿cómo puede aparecer en listados de personas admitidas en un curso? Son algunas de muchas otras preguntas.

“Lo que más me ha marcado es ver lo solas que están”, dice Rosa. Para estas mujeres la igualdad es una quimera. Pero es tarea de Cáritas seguir luchando para que no lo sea.

#CadaGestoCuenta #TuCompromisoMejoraElMundo

08 noviembre, 2019

Mujeres a través del Espejo

<< A veces, cuando voy a Fogaral, me siento como Alicia “A través del espejo” cruzando a “otro mundo”… Sólo que éste no es imaginado sino real, inquietantemente real y descarnado. 

“Al otro lado”, en el mundo de la prostitución, los cuerpos se mercantilizan, las personas se cosifican, fingir se vuelve algo cotidiano (o un medio de supervivencia) y afloran con fuerza el miedo, la soledad y el aislamiento. La desigualdad y el estigma social existente fundamentan este sistema. Así, es frecuente que las mujeres que acuden al Centro “vivan en la sombra”, agoten gran parte de sus energías en mantenerse, en no sucumbir a un ambiente de estrés continuo, muestren desconfianza y perciban que en su vida “no hay otra opción”. En palabras de la Reina Roja: “Lo que es aquí, como ves, hace falta correr todo cuanto una pueda para permanecer en el mismo sitio. Si se quiere llegar a otra parte hay que correr por lo menos dos veces más rápido”. 


En este sentido, si la prostitución devuelve a las mujeres una imagen distorsionada de ellas mismas, posibilitar contextos de encuentro es esencial. Todo encuentro entre personas supone una transformación, ya que no sólo nos revela la persona que somos sino la persona que podemos llegar a ser. 

En Fogaral, las actividades grupales, el encuentro con otras mujeres, son el espacio idóneo para su recuperación, el reconocimiento, el desarrollo de sus capacidades, etc. Gracias a nuevos apoyos y colaboraciones, este curso hemos podido poner en marcha nuevas experiencias grupales. Y es desde esta oportunidad, desde el encuentro grupal, cómo sientes se amplía nuestro campo de visión, nos aporta nuevas perspectivas y nos da fuerzas para afrontar el presente. Porque, en palabras de una mujer “en el otro lado”: 

“Caminando sola se llega más rápido, pero 
caminando en grupo llegas más lejos” >> .

Sonia Ruiz 
Trabajadora Social del Centro Fogaral
de Cáritas Diocesana de Zaragoza


Artículo extraído del boletín semestral de Cáritas, puedes leerlo en el siguiente enlace

31 octubre, 2019

La exclusión y la mujer

Recursos sociales de alojamiento para mujeres, siempre ha habido pocos – por ejemplo, las plazas en el Albergue Municipal son muchas menos que las que hay para los hombres- y lo raro es que no estén colapsados. Además, las situaciones se agravan si hablamos de mujeres con menores a su cargo o mujeres embarazadas. Por otra parte, tampoco es fácil vivir en una habitación realquilada, no sólo por precio, sino por el riesgo que conlleva compartir techo con personas desconocidas. 

¿Somos verdaderamente conscientes de lo que supone? En Cáritas vemos muchas situaciones de abuso con las personas que viven en habitaciones realquiladas (limitación del uso del baño, de agua, de consumo de luz, negación o cobro por empadronamiento…). 

Y si hablamos de mujeres con hijos a cargo ¿alguna vez nos hemos parado a pensar el riesgo al que se ven abocados los niños y niñas en estas circunstancias? Y si hablamos de conseguir alquilar un piso hoy en día, para muchas mujeres resulta complicado no, imposible. 

¿Qué cuesta? No sólo se trata de dinero sino de presentar como aval nóminas -que tripliquen el precio del alquiler-, así como contrato – indefinido -, contratar un seguro de impago... ¿Cómo puede alquilar un piso quien cobra el Ingreso Aragonés de Inserción? 

Pues bien, todo esto es la problemática que nosotras vemos de todos los casos que tratamos en nuestro día a día pero para que todos vosotros podáis haceros una idea de la realidad, queremos contaros dos historias de vida -no pondremos sus nombres para garantizar su privacidad-: 

“Chica joven, migrante, mantenedora de su fami­lia. En su país fue víctima de amenazas y violen­cia de bandas callejeras. Cuando llegó a Fogaral, estaba a punto de dar a luz y vivía en el piso de al­terne donde anteriormente había ejercido prostitución. Cuando nació la niña se quedó sin alojamiento. Los Servicios Sociales le ofrecieron, como única opción, ir a la Casa-cuna de Zaragoza pero no había plaza libre para ella. 

Un conocido le prestó tem­poralmente una habitación y la empadronó. Al mes, tuvo que dejar dicha habitación y ante la imposibilidad de alquilar nada, volvió al piso de alterne dejando a la niña al cuidado de una conocida en un pueblo cercano a Zaragoza. Volvió a ejercer prostitución habiendo pasado sólo cinco semanas tras haber dado a luz. A pesar de todo, sin casi dormir, iba todos los días a ver a su hija al pueblo. 

La primera vez que llevó a la niña al pediatra no la quisieron atender por no estar empadrona­da, ¿no se supone que a los menores se les atiende siempre? Una vulneración más de sus derechos. En Fogaral le apoyamos con el alquiler de una habitación y otros gastos. Los Servicios Sociales le ofrecieron una ayuda de alimentación. Desde nues­tro centro además le apoyamos presentando una solicitud de alojamiento social a otra entidad. 

Dada la situación, volvió a ejercer prostitución en el piso de alterne para mantenerse ella y su hija”

Este caso es sólo un ejemplo de situaciones en las que se hace muy patente que es casi imposible, aun estando en un país del primer mundo, salir de la pobreza.

Artículo extraído del boletín semestral de Cáritas, puedes leerlo en el siguiente enlace

17 julio, 2019

¿Sabías que Fogaral significa calor de hogar?

En anteriores entregas, hemos aprendido de la historia de Cáritas y algunas claves que resumen su modo de ser y hacer, que nacen de su Modelo de Acción Social. Si recordáis, hablábamos de “la persona como centro” de nuestra acción. 
Hablamos de “personas que están sin hogar”, “personas con enfermedad mental” “personas que están en prisión”. A veces se olvida que, detrás de alguno de esos “colectivos” hay siempre una persona. Por eso, en este y posteriores capítulos vamos a hablar de, simplemente, personas que…

Hoy nos centraremos en la labor que realizamos desde Cáritas con las personas que ejercen la prostitución y acuden a nuestro Centro Fogaral. 


¿Sabías que Cáritas Diocesana de Zaragoza tiene un Centro de Acogida para mujeres que ejercen la prostitución? Nuestro Centro Fogaral (“calor de hogar”, en aragonés) se llama así porque quiere ser un lugar cálido en el que la mujer que ejerce la prostitución se sienta acogida y valorada. Fogaral trabaja para fortalecer y devolver la dignidad a estas mujeres, acompañándolas de tal forma que sean ellas las protagonistas de su propio proceso. 

En el año 2013, cuando el Centro cumplía 25 años, recogimos palabras de muchas de ellas, las mujeres, en una publicación cuyo contenido sigue vigente, porque vigente es la prostitución y las experiencias de las mujeres que la ejercen; al leer sus testimonios, es el corazón quien escucha, y el corazón no entiende de clases sociales, nacionalidad o perfiles, sino de empatia y emociones universales:


“Porque vienen gentes diferentes que tú no sabes quiénes son, porque ahí entran gentes que tienen maldad, sabiendo que están mal pero no te dicen nada, ahí entran todo tipo, asesinos, todo (…) entras con una persona y no sabes quién es”.

“Yo lo único que siempre he querido y hasta ahora no lo he podido conseguir, es un trabajo fijo, donde yo podría dejar la prostitución”.

“Tenía mucha vergüenza, tenía mucho miedo, aún lo tengo, pero ahora lo llevo mejor”. 

“Yo no me sentía una persona. Yo estaba siempre triste, tenía mucho miedo… yo no tenía a nadie, yo me sentía sola y pensando en mis hijos y en mi madre”. 

“Porque te explotan mucho y sobre todo la ganancia se la llevan ellos (…). Tú no quieres con ese cliente porque a veces ese cliente tú has pasado con él y pues te hace daño y ya tú no quieres (…). Dicen que al cliente no se le puede decir que no”.