17 julio, 2019

¿Sabías que Fogaral significa calor de hogar?

En anteriores entregas, hemos aprendido de la historia de Cáritas y algunas claves que resumen su modo de ser y hacer, que nacen de su Modelo de Acción Social. Si recordáis, hablábamos de “la persona como centro” de nuestra acción. 
Hablamos de “personas que están sin hogar”, “personas con enfermedad mental” “personas que están en prisión”. A veces se olvida que, detrás de alguno de esos “colectivos” hay siempre una persona. Por eso, en este y posteriores capítulos vamos a hablar de, simplemente, personas que…

Hoy nos centraremos en la labor que realizamos desde Cáritas con las personas que ejercen la prostitución y acuden a nuestro Centro Fogaral. 


¿Sabías que Cáritas Diocesana de Zaragoza tiene un Centro de Acogida para mujeres que ejercen la prostitución? Nuestro Centro Fogaral (“calor de hogar”, en aragonés) se llama así porque quiere ser un lugar cálido en el que la mujer que ejerce la prostitución se sienta acogida y valorada. Fogaral trabaja para fortalecer y devolver la dignidad a estas mujeres, acompañándolas de tal forma que sean ellas las protagonistas de su propio proceso. 

En el año 2013, cuando el Centro cumplía 25 años, recogimos palabras de muchas de ellas, las mujeres, en una publicación cuyo contenido sigue vigente, porque vigente es la prostitución y las experiencias de las mujeres que la ejercen; al leer sus testimonios, es el corazón quien escucha, y el corazón no entiende de clases sociales, nacionalidad o perfiles, sino de empatia y emociones universales:


“Porque vienen gentes diferentes que tú no sabes quiénes son, porque ahí entran gentes que tienen maldad, sabiendo que están mal pero no te dicen nada, ahí entran todo tipo, asesinos, todo (…) entras con una persona y no sabes quién es”.

“Yo lo único que siempre he querido y hasta ahora no lo he podido conseguir, es un trabajo fijo, donde yo podría dejar la prostitución”.

“Tenía mucha vergüenza, tenía mucho miedo, aún lo tengo, pero ahora lo llevo mejor”. 

“Yo no me sentía una persona. Yo estaba siempre triste, tenía mucho miedo… yo no tenía a nadie, yo me sentía sola y pensando en mis hijos y en mi madre”. 

“Porque te explotan mucho y sobre todo la ganancia se la llevan ellos (…). Tú no quieres con ese cliente porque a veces ese cliente tú has pasado con él y pues te hace daño y ya tú no quieres (…). Dicen que al cliente no se le puede decir que no”.