Gracias a todas ellas, nuestra vocación se hace realidad. Detrás de cada persona que acompañamos hay una historia de vida que nos humaniza. Marien (nombre ficticio) ha querido dejarnos su testimonio por si puede ayudar a otros. Desde Cáritas agradecemos su fortaleza y humanidad.
Tengo tres hijos y vivo en el medio rural. Llegué a España hace 17 años
por reagrupación familiar. Era universitaria en
mi país. Cuando
llegué estudié a
fondo español, hice
un grado de Gestión Comercial y Marketing y el Curso de Mediador
Intercultural. Trabajé como voluntaria en la Casa de las Culturas hasta que conseguí un trabajo como mediadora para
el colectivo de África Subsahariana. Sigo haciendo pequeños voluntariados en
Cruz Roja y CEPAIM. Trabajo en CAREI, en el ámbito educativo y Unión de Consumidores.
Todo iba muy bien. Mi marido era autónomo y yo también tenía
un trabajo estable,
vivíamos holgadamente, hasta que en 2014 nos llegó el primer
imprevisto. Me detectan un cáncer. En la actualidad, estoy con controles y
cuando pensaba que estábamos saliendo, nos llega el segundo imprevisto, a mi
marido le detectan otro cáncer. En esta
ocasión el tema
agrava profundamente la
situación familiar ya que al ser
autónomo dejamos de percibir ingresos pero los gastos se van acumulando, lo que
hace que nuestros ahorros se vayan consumiendo hasta abrir las huchas de los
hijos. Estos siempre han sido conscientes de la realidad familiar y nos han
apoyado tanto en las tareas de la casa como en el plano afectivo. Damos gracias
porque aunque sigue con
secuelas, en julio
comenzó a trabajar
por cuenta ajena y la empresa conocedora de su situación le está
ayudando.
Cuando estábamos tocando fondo y el banco nos apremiaba a
pagar la hipoteca,
cuando ya estábamos
perdiendo la esperanza, una señora desconocida me dijo que fuéramos a
Cáritas y expusiéramos nuestro caso. Allí nos aconsejaron, nos apoyaron y nos
acompañaron. También el párroco y los vecinos de la zona nos ayudaron desinteresadamente.
Estoy muy agradecida
a Cáritas. En
el momento de nuestra necesidad
nadie nos preguntó si éramos musulmanes o en qué creíamos.