02 agosto, 2018

Trabajamos por las personas: el caso de Marien

En Cáritas tenemos la suerte de trabajar con y para las personas. Cada una de las personas con las que trabajamos nos ayuda a mejorar como profesionales y como hermanos.

Gracias a todas ellas, nuestra vocación se hace realidad. Detrás de cada persona que acompañamos hay una historia de vida que nos humaniza.  Marien (nombre ficticio) ha querido dejarnos su testimonio por si puede ayudar a otros.  Desde Cáritas agradecemos su fortaleza y  humanidad.

Tengo tres hijos y vivo en el medio rural. Llegué a España hace 17 años por reagrupación familiar. Era universitaria en  mi  país.  Cuando  llegué  estudié  a  fondo  español,  hice  un grado de Gestión Comercial y Marketing y el Curso de Mediador Intercultural. Trabajé como voluntaria en la Casa de las Culturas hasta que conseguí un trabajo como mediadora para el colectivo de África Subsahariana. Sigo haciendo pequeños voluntariados en Cruz Roja y CEPAIM. Trabajo en CAREI, en el ámbito educativo y Unión de Consumidores.
Todo iba muy bien. Mi marido era autónomo y yo también  tenía  un  trabajo  estable,  vivíamos  holgadamente,  hasta que en 2014 nos llegó el primer imprevisto. Me detectan un cáncer. En la actualidad, estoy con controles y cuando pensaba que estábamos saliendo, nos llega el segundo imprevisto, a mi marido le detectan otro cáncer. En esta  ocasión  el  tema  agrava  profundamente  la  situación  familiar ya que al ser autónomo dejamos de percibir ingresos pero los gastos se van acumulando, lo que hace que nuestros ahorros se vayan consumiendo hasta abrir las huchas de los hijos. Estos siempre han sido conscientes de la realidad familiar y nos han apoyado tanto en las tareas de la casa como en el plano afectivo. Damos gracias porque aunque  sigue  con  secuelas,  en  julio  comenzó  a  trabajar  por cuenta ajena y la empresa conocedora de su situación le está ayudando.
Cuando estábamos tocando fondo y el banco nos apremiaba  a  pagar  la  hipoteca,  cuando  ya  estábamos  perdiendo la esperanza, una señora desconocida me dijo que fuéramos a Cáritas y expusiéramos nuestro caso. Allí nos aconsejaron, nos apoyaron y nos acompañaron. También el párroco y los vecinos de la zona nos ayudaron desinteresadamente.
 Estoy  muy  agradecida  a  Cáritas.  En  el  momento de nuestra necesidad nadie nos preguntó si éramos musulmanes o en qué creíamos.