El día 27 de febrero, en la iglesia del Centro Pignatelli, nos reunimos alrededor de 150 personas para llevar a cabo una Vigilia de Oración por todas aquellas personas que se han visto afectadas por un recorte en sus derechos.
Gonzalo Gonzalvo, consiliario de Cáritas, nos comunicó que en la vigilia participábamos personas de diferentes credos y que íbamos a orar unidos porque la defensa de los derechos humanos nos afecta a todos.
Estuvimos junto a ellos, porque queremos que las personas afectadas por el mal funcionamiento de las prestaciones del IAI sepan que estamos junto a ellos, que vamos a seguir defendiendo sus derechos, que no queremos que pierdan la esperanza, y porque creemos, en la medida que lo consigamos, que haremos un mundo más fraterno, justo y solidario.
Escuchamos cinco testimonios reales en los que la injusticia se ha cebado, la insolidaridad los ha dejado en tierra y así están ellos, rotos, rotos por la pobreza y la injusticia, la vulneración de sus derechos, el abandono y la indiferencia, por no poder ofrecer a sus hijos lo que hoy necesitan. Después nos unimos cantando “Hasta cuándo, es tiempo ya”.
Dios nunca permanece callado y, ante personas rotas en su dignidad y derechos, todos le pedimo: ayúdanos a cambiar, Señor, para mirar la vida con tu mirada, para sentir con tu corazón compasivo, para actuar llevados por la fuerza de tu Espíritu, enséñanos a dar la mano y la vida a los que están caídos y rotos en las cunetas de los caminos.
A continuación, cantamos “Dónde hay que firmar” para que nuestras heridas terminen ya de sangrar, porque cuando estamos unidos no existe la soledad, con el compromiso somos capaces de recomponer vidas rotas, de reconquistar la dignidad arrebatada…
Ernesto Brotons leyó el manifiesto reafirmando una vez más la centralidad y la prioridad de la personas humana, por encima de cualquier interés político, ideológico o económico, convocando a todos a vivir la fraternidad, dejándonos interpelar por "¿Qué has hecho con tu hermano?", instándonos al compromiso para la construcción de un mundo nuevo y que el bien común prevalezca sobre el bien privado.
Y para finalizar, construimos una gran red de personas unidas en la defensa de los Derechos Humanos, desde nuestro compromiso con aquellas personas a las que les están siendo negados. Gonzalo se despidió animándonos a seguir enredándonos en este compromiso personal y así las personas puedan recobrar la dignidad que nunca debieron perder.