El día 17 de octubre la Escuela de Formación de Cáritas presentó un CDrom para la educación en valores con el título “Educar la mirada”. La presentación corrió a cargo de Ramón Sabaté, profesor, compañero de quien esto escribe y amigo. Ramón nos ha autorizado a publicar en este blog todo el contenido de su intervención:
EDUCAR LA MIRADA
“Cuando se vive desde dentro el mundo educativo puede tenerse la percepción de que el vértigo del día a día, sea donde sea el lugar, sea la educación reglada o no, la educación de adultos o la educación infantil, la educación permanente o la educación en momentos puntuales de la vida, ese vértigo de la organización y la programación, del cumplimiento de programas, de la cada vez más abrumadora carga de expectativas que se cierne sobre la enseñanza, todo esa maraña en suma imposibilita el sosiego, la calma, la reflexión sobre la tarea que llevamos entre manos..
¿Qué significa de verdad educar y que significa hacerlo en el mundo de hoy?
Hoy vivimos en medio de una gran paradoja. Jamás se había hablado tanto sobre educación, nunca como ahora se ha dedicado tanto tiempo y tanto espacio a la educación en todas y cada una de sus vertientes. Suplementos en los periódicos, miles y miles de publicaciones, programas en la radio y en la televisión, foros abiertos en Internet. Es difícil encontrar un día en que por un motivo u otro, algo relacionado con el mundo educativo no esté presente de una manera más o menos viva en nuestra sociedad.
Sobre la educación se van deslizando múltiples responsabilidades y tareas que probablemente en tiempos no tan lejanos estaban más repartidas entre todos los agentes educativos: la familia, el pueblo, el barrio, la parroquia, la ciudad. Hoy el mundo educativo debe dar respuesta a infinidad de demandas sociales. Además de los conocimientos, la educación y la escuela, por ejemplo, debe enseñar a estudiar, debe garantizar una buena educación vial, o una educación medioambiental o garantizar el aprendizaje de tres o cuatro idiomas. Y no digamos nada de las expectativas en enseñanzas relativas a las nuevas tecnologías de la información.
No existe nadie que no crea que la educación es un punto clave para sentar las bases de una sociedad próspera, libre y justa. Pero… ¿Cómo? ¿Con qué contenidos? ¿Con qué metodologías? ¿Con qué medios? ¿Con qué agentes educadores?
Tengo a veces la impresión de que vamos educando como si se tratara de llenar de contenidos determinadas vasijas que presentan distinto tamaño según cada una de las etapas y edades. Como si cada vez quedara más lejana aquel pensamiento de Chesterton que decía: “para enseñar Latín a Juan, hay que conocer a Juan y quererlo más que al Latín”.
Tengo a veces también la impresión de que hemos perdido de vista el significado primigenio y etimológico de la palabra que ya desde el mundo romano ha pervivido hasta nuestros días. E-ducere. Es decir, sacar desde, hacer salir, provocar. Sí, me atrevo a decir que la educación debe ser provocadora. Lo sabía bien el filósofo Sócrates, que utilizaba el sabio método de la mayéutica, provocando con sus preguntas la salida de las ideas de sus alumnos mientras trenzaba las ideas para convertirlas en argumentos fructíferos.
Confieso por tanto que cuando observé el título del trabajo que hoy se presenta, no sólo me pareció interesante y sugerente. Me pareció sobre todo que indica un camino de futuro riquísimo en contenidos. “Educar la mirada”. ¿No será que la educación consiste precisamente en ayudar a que poco a poco se nos vayan cayendo de los ojos y de nuestro interior vendas y más vendas que nos impiden sentirnos seres abiertos a los demás, sentirnos en definitiva mujeres y hombres que somos y estamos en tanto que los demás son y están?
Educar la mirada. El tiempo fluye a nuestro alrededor, irreparablemente añadía el gran Virgilio, y nosotros con él. A veces sin darnos cuenta del sentido que daría a nuestra existencia una simple mirada, una mirada educada, provocada (y perdonen que insista en el término) por la educación. Ahí es donde radica, a mi juicio, una de las más poderosas razones para hablar de la educación en valores o los valores de la educación.
Hace más de dos mil años en la antigua Roma un antiguo esclavo de origen africano que consiguió llegar a ser libre debido a su inteligencia y a su buen hacer literario, escribió una frase que plasma de manera determinante la idea del compromiso social que en definitiva nace de mirar con ojos atentos y solidarios a nuestro alrededor. En una de las obras teatrales de Terencio, que así se llamaba el autor, un personaje llamado Menedemo interroga a otro llamado Cremes con la siguiente pregunta: “¿Tan desocupado estás, Cremes, que te queda tiempo para interesarte en las cosa ajenas que no te tocan en nada?” Y Cremes le contesta: “Soy hombre, nada de lo que es humano lo considero ajeno a mi”. Es decir, en tanto que humano necesariamente me he de sentir implicado, interpelado por todo lo que sucede a mi alrededor porque también me sucede a mí en tanto que soy copartícipe, coprotagonista, corresponsable.
Considero absolutamente fundamental trasladar esta idea al mundo educativo. Victoria Camps, cuando se comenzaba a hablar en España de la educación en valores decía: “hay que quitarse de la cabeza que la educación puede ser neutra en cuanto a los valores. Educar no es sólo instruir, sino transmitir unas certezas, unas ideas o unas maneras de ser”. En efecto, ya los griegos consideraban la necesidad de que los ciudadanos de la "polis" cultivaran la "areté" (concepto que después trasladado a Roma se convirtió en la “virtus”). Pues bien ambas palabras, de riquísimo contenido, resumían el conjunto de cualidades o de valores que se debían adquirir para ser buenas personas con la asimilación de hábitos y actitudes que debían cuajar en un determinado estilo de vivir, en una forma de entender la vida y de comprometerse con ella para mejorarla, añadiríamos ahora.
En un inevitable ejercicio de traslado a nuestra época, en esta primera década del siglo XXI podríamos concluir que nuestra "areté" o nuestra virtus debería ser el cultivo de unos valores sin los cuales la educación se queda en mera transmisión aséptica de conocimientos. Y hoy, hoy tal vez más que nunca no podemos ser neutrales, no podemos bajar la mirada ante la marginación, ante la pobreza, ante las discriminaciones injustas. Necesitamos miradas limpias y comprometidas que sepan aguantar la fuerza de aquella pregunta de Yavhé en el Génesis: ¿Dónde está tu hermano? Y que sepa también como es lógico dar alguna respuesta.
Por eso hoy hemos de felicitarnos por la aparición de este CDrom. No es una iniciativa menor y les puedo asegurar que va a ser una herramienta muy útil que tendrá unan gran receptividad sobre todo entre quienes consideramos, y somos muchos, que educar para construir un mundo que viva en paz, desterrando desigualdades, injusticias y pobreza es un hermoso reto que no nos podemos permitir el lujo de desperdiciar.
Reitero mi enhorabuena por este trabajo al tiempo que agradezco la oportunidad que me han dado mis amigos de Cáritas de poder acompañarles en un día como hoy. Que no nos quepa duda alguna. Lo que estamos viviendo esta tarde aquí, desde luego, también es un hecho de alto valor educativo”.