Nota de Cáritas Española en defensa de unas políticas
migratorias justas y humanas
Cáritas Española
suscribe los contenidos de los comunicados difundidos en los últimos días por
diversas Cáritas Diocesanas sobre la muerte de 15 personas migrantes en la
playa ceutí de El Tarajal, en especial el emitido de forma conjunta el 18 de
febrero por las Cáritas Diocesanas de Cádiz y Ceuta, y de Asidonia-Jerez.
Estos pronunciamientos expresan la vocación de denuncia de
esa “globalización de la indiferencia” sobre la que alerta el papa Francisco
ante los efectos de una “cultura del descarte” propiciada por “este sistema
injusto internacional donde el 'dios dinero' está en el centro”.
Cuando se van apagando muchos de los ecos sobre la muerte de
esas personas, Cáritas Española quiere lanzar una palabra de alerta y honda
preocupación, como la expresada de manera valiente por monseñor Santiago
Agrelo, arzobispo de Tánger, al señalar que “es inaceptable que una política
inhumana de fronteras obligue a las fuerzas del orden a cargar la vida entera
con la memoria de muertes que nunca quisieron causar y que a los fallecidos en
las fronteras se les haga culpables, primero, de su miseria, y, luego, de su
muerte“.
Las 15 vidas perdidas son apenas el grito audible del drama
humano al que se enfrentan miles de personas en su tránsito hacia la frontera y
en las devoluciones forzadas. Ese sufrimiento, en contra de lo que se nos dice,
no va cesar por poner vallas más altas o aplicar procesos de devolución sin
garantías. Son personas que buscan mejorar su vida, huyendo en muchos casos de
la miseria, de la injusticia y de las violaciones de los derechos humanos.
Como hemos alertado de forma reiterada, la realidad
migratoria no se puede abordar exclusivamente desde medidas de seguridad y
control fronterizo. España y la Unión Europea deben considerar otras políticas
y apoyarlas con financiación suficiente.
Recordamos, además, que la condición de irregularidad
administrativa no puede ser excusa para menoscabar la dignidad del migrante ni
vulnerar sus derechos humanos.
Quienes se juegan la vida intentando llegar hasta Europa son
víctimas, no culpables. Sobre ellos, sin embargo, recaen las consecuencias de
esta tragedia porque:
- Se
diluyen las responsabilidades con respecto a estas muertes dentro del ruido
político de declaraciones y respuestas.
- Se
criminaliza a las personas que migran y se alimenta la percepción de amenaza
con mensajes como “30.000 inmigrantes aguardan en Marruecos para saltar a Ceuta
y Melilla”.
- Se
proponen nuevas medidas como las llamadas “devoluciones en caliente”, no
contempladas en la actual legislación y que no hacen sino endurecerla aún más.
- Se
siembra un mensaje en la ciudadanía que, en forma de miedo, se transforma luego
en racismo, prejuicios y estereotipos que dificultan la convivencia en barrios
y comunidades.
- Se
invisibilizan las condiciones socio-económicas de los países de origen, y se
olvida nuestra corresponsabilidad de cooperar para su desarrollo.
Desde Cáritas, involucrada en la acogida y el acompañamiento
de estas personas tanto en sus países de origen y de tránsito como en las
comunidades de acogida, entendemos que las consecuencias que necesitamos
extraer como sociedad de esta nueva tragedia apuntan en un sentido inverso: no
hagamos sufrir más.
Una vez más, hacemos un llamamiento a humanizar las
políticas migratorias de nuestro país y de la Unión Europea.