13 agosto, 2015

ALTAVOZ DE LOS SIN VOZ

En Cáritas tenemos la suerte de trabajar con y para las personas. Ello nos reporta una gran satisfacción. Cada una de estas personas con las que trabajamos nos ayuda a mejorar como profesionales y como hermanos que somos. Gracias a todas ellas, nuestra vocación se hace realidad. Detrás de cada persona que acompañamos hay una historia personal, muchas veces complicada, pero siempre de incalculable de valor. Hoy os traemos el testimonio en primera persona de una familia que camina junto a nosotros desde hace dos años.


 Tengo 37 años. En Septiembre de 2013 acudí por primera vez a Cáritas con mi mujer de 33 años y mis cuatro hijos menores. Habíamos llegado a Zaragoza provenientes desde Siria solicitando asilo político. Ante el conflicto armado que vivíamos en nuestro país, tomé la decisión de huir y traerme a mi familia. No nos vinimos solos, mi suegra y mi cuñado nos acompañaron y por aquel entonces otros familiares ya llevaban viviendo unos meses en Zaragoza.

La llegada no fue fácil, España sólo tiene centros de acogida para refugiados en tres ciudades y en Zaragoza no existe ningún recurso especializado ante estas situaciones por lo que nos pusimos a vivir en una casa compartida con otros compatriotas.

Llevábamos algunos ahorros para poder pagar la habitación donde dormíamos los seis pero  llegó un momento en que la situación era insostenible tanto para nosotros como para los que nos habían acogido, por lo que me decidí a solicitar ayuda en Cáritas.

Nos ayudaron a conseguir una vivienda de alojamiento temporal de otra entidad social hasta que nuestra situación administrativa fuera regular y, por lo tanto, pudiéramos acceder a las ayudas y recursos de los servicios sociales. Durante este tiempo el papel de Cáritas fue imprescindible para nuestra familia. No sólo porque nos han ayudado a cubrir nuestras necesidades más básicas (y las de nuestros hijos) sino porque nos hemos sentido apoyados, acompañados, queridos…

Actualmente mi mujer y yo acudimos a clases de español y hemos mejorado mucho a la hora de expresarnos. Nunca hemos querido tirar la toalla. Gracias a Cáritas he realizado un curso de formación y participaré en un proceso dentro del Itinerario de Inserción Laboral.

En la actualidad, gracias a todos los que han confiado en nosotros, estamos más estables.

- Extracto del Boletín semestral nº 57 de Cáritas Diocesana de Zaragoza -