06 marzo, 2014

Invitación al despojo

La Cuaresma es el tiempo litúrgico en el que se propone una reflexión en torno a la necesidad de la conversión personal y comunitaria. El Papa Francisco para la Cuaresma del presente año ha lanzado un mensaje en el que sitúa la necesidad de la conversión en torno a una meditación sobre la pobreza y más en concreto sobre esta aparente contradicción evangélica: la riqueza de la pobreza. El camino de la conversión, subraya Francisco ha de partir de la pobreza tal como señala Pablo de Tarso en una de sus cartas a los corintios: “se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza”.
   
    La pobreza de Cristo que nos enriquece, dice el Papa, “consiste en el hecho de que Jesús se hizo carne, cargó con nuestras debilidades, comunicándonos la misericordia infinita de Dios. La pobreza de Cristo es la mayor riqueza.” Cuando Francisco, tres días después de ser elegido, exclamó ante una multitud de periodistas “¡cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres!” estaba señalando sin lugar a dudas un deseo de conversión que apuntaba a lo comunitario y eclesial, pero también a lo personal mirando al corazón de todos los creyentes en Jesús de Nazaret.

    La advertencia que emana del mensaje de Cuaresma del Papa es muy clara. Podríamos pensar que la pobreza de Jesús fue su camino, pero que, después de Él, ya podemos salvar el mundo con los medios humanos adecuados. Sería un error. La riqueza de Dios no pasa a través de nuestra riqueza, sino siempre y solamente a través de nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el Espíritu de Cristo.

    Para caminar por la senda de la pobreza, único camino avalado por la buena noticia de Jesús, es preciso compaginar la marcha con un proceso de despojo. Y la Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse. Nos hará bien preguntarnos, señala Francisco, de qué debemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. Esas preguntas tienen un enorme sentido ante la situación de pobreza, miseria, exclusión y abandono de tantos hermanos. Francisco invita a cada persona y a las comunidades eclesiales a salir de si mismas y a caminar hacia las periferias existenciales, allí donde los pobres hacen estancia.

    Cuando hablamos de la penitencia cuaresmal corremos el riesgo de perder la perspectiva y centrarnos en aspectos de ayunos, abstinencias, ceremonias exteriores y limosnas exclusivamente de fachada y dirigidos a acallar o tranquilizar en falso las conciencias. El mensaje de la penitencia cuaresmal tiene una dimensión más profunda porque entra en nuestro corazón y se extiende a toda nuestra vida. Nos interpela para liberarnos de nuestra soberbia, de nuestra prepotencia, de nuestros juicios de valor egoístas y nos invita a despojarnos de nuestro tiempo, de nuestro dinero para transitar por los senderos humanos y evangélicos del perdón, de la solidaridad, del compartir, de la entrega, de la justicia. Y así el Papa advierte: “no olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele”.

                            Ramón Sabaté Ibarz
                Voluntario del equipo de comunicación de Cáritas Zaragoza

Visita del colegio Hijas de San José






        Cáritas Diocesana de Zaragoza recibió el pasado 28 de enero la visita de los alumnos y profesores del Colegio Hijas de San José. El colegio había organizado una Semana Solidaria en la que habían trabajado temas de consumo responsable y voluntariado. Posteriormente organizaron un festival solidario y recaudaron unos fondos que entregaron en Cáritas el día de la visita. Los recibió y acompañó en la misma Teresa Pérez, del proyecto de educación en valores "Educar la Mirada".
        El día 4, en El Periódico del Estudiante -publicación de El Periódido de Aragón dedicada a la educación-  publicaron el texto que reproducimos a continuación:


El pasado 28 de enero algunos chicos del colegio Hijas de San José junto con sus profesoras Ana Julia, Rosa y Merche decidieron voluntariamente representar a su centro para la entrega en la sede de Cáritas de parte del dinero recaudado en la semana solidaria. Fuimos dispuestos a dar pero fue más lo que recibimos.

Teresa nos acompañó muy amablemente durante toda la visita. Empezó diciéndonos que le encantó todo lo que habíamos hecho durante la semana solidaria, sobre todo cómo nos habíamos acercado a la experiencia del voluntariado. Nos transmitió que la clave es ser generosos con nuestro tiempo, ser capaces de ponernos en la piel de los demás, creer que ya con nuestros pequeños gestos cotidianos somos capaces de cambiar el mundo.

Nos explicó la labor de Cáritas y de todos sus voluntarios y trabajadores. Nos hizo ver que Cáritas es Iglesia, pero que representa y atiende a todos independientemente de su credo, porque esta organización sobre todo cree en las personas y en que el amor es, o debería ser, el motor del mundo.

También nos encantó que nos dijera que Cáritas cuenta con los jóvenes y que nos quiere dar la oportunidad de expresarnos porque no sólo somos futuro, sobre todo lo que somos es presente y ya nosotros tenemos en el día a día que luchar no por la caridad sino por la igualdad de derechos. Porque Cáritas en su labor no juzga, por el contrario lo que hace es mirar y potenciar las capacidades de las personas, sobre todo de aquellos a los que nadie escucha.

Nos hizo caer en la cuenta de que nuestra estructura social deja, de entrada, al margen a una parte de la sociedad, lo que aumenta las desigualdades. Hay que cambiar la perspectiva y poner nuestra mirada no en el dinero, sino en las personas.

Teresa nos habló también del consumo responsable y le encantó saber que nosotros también habíamos realizado actividades en ese sentido antes de la Navidad. Como tantas veces nos han dicho nuestros padres y profesores, el dinero no da la felicidad, la felicidad auténtica y duradera la dan las personas, el ser y no el tener.

Por todo esto, en nuestra vida, es muy importante saber elegir el camino adecuado ya que hay muchos que no llevan a ninguna parte. Hay que apostar por la esperanza, hay que ser esperanza.






03 marzo, 2014

Son víctimas, no culpables



Nota de Cáritas Española en defensa de unas políticas migratorias justas y humanas

 Cáritas Española suscribe los contenidos de los comunicados difundidos en los últimos días por diversas Cáritas Diocesanas sobre la muerte de 15 personas migrantes en la playa ceutí de El Tarajal, en especial el emitido de forma conjunta el 18 de febrero por las Cáritas Diocesanas de Cádiz y Ceuta, y de Asidonia-Jerez.

 Estos pronunciamientos expresan la vocación de denuncia de esa “globalización de la indiferencia” sobre la que alerta el papa Francisco ante los efectos de una “cultura del descarte” propiciada por “este sistema injusto internacional donde el 'dios dinero' está en el centro”.
Cuando se van apagando muchos de los ecos sobre la muerte de esas personas, Cáritas Española quiere lanzar una palabra de alerta y honda preocupación, como la expresada de manera valiente por monseñor Santiago Agrelo, arzobispo de Tánger, al señalar que “es inaceptable que una política inhumana de fronteras obligue a las fuerzas del orden a cargar la vida entera con la memoria de muertes que nunca quisieron causar y que a los fallecidos en las fronteras se les haga culpables, primero, de su miseria, y, luego, de su muerte“.
Las 15 vidas perdidas son apenas el grito audible del drama humano al que se enfrentan miles de personas en su tránsito hacia la frontera y en las devoluciones forzadas. Ese sufrimiento, en contra de lo que se nos dice, no va cesar por poner vallas más altas o aplicar procesos de devolución sin garantías. Son personas que buscan mejorar su vida, huyendo en muchos casos de la miseria, de la injusticia y de las violaciones de los derechos humanos.
Como hemos alertado de forma reiterada, la realidad migratoria no se puede abordar exclusivamente desde medidas de seguridad y control fronterizo. España y la Unión Europea deben considerar otras políticas y apoyarlas con financiación suficiente.
Recordamos, además, que la condición de irregularidad administrativa no puede ser excusa para menoscabar la dignidad del migrante ni vulnerar sus derechos humanos.
Quienes se juegan la vida intentando llegar hasta Europa son víctimas, no culpables. Sobre ellos, sin embargo, recaen las consecuencias de esta tragedia porque:
-              Se diluyen las responsabilidades con respecto a estas muertes dentro del ruido político de declaraciones y respuestas.
-              Se criminaliza a las personas que migran y se alimenta la percepción de amenaza con mensajes como “30.000 inmigrantes aguardan en Marruecos para saltar a Ceuta y Melilla”.
-              Se proponen nuevas medidas como las llamadas “devoluciones en caliente”, no contempladas en la actual legislación y que no hacen sino endurecerla aún más.
-              Se siembra un mensaje en la ciudadanía que, en forma de miedo, se transforma luego en racismo, prejuicios y estereotipos que dificultan la convivencia en barrios y comunidades.
-              Se invisibilizan las condiciones socio-económicas de los países de origen, y se olvida nuestra corresponsabilidad de cooperar para su desarrollo.
Desde Cáritas, involucrada en la acogida y el acompañamiento de estas personas tanto en sus países de origen y de tránsito como en las comunidades de acogida, entendemos que las consecuencias que necesitamos extraer como sociedad de esta nueva tragedia apuntan en un sentido inverso: no hagamos sufrir más.
Una vez más, hacemos un llamamiento a humanizar las políticas migratorias de nuestro país y de la Unión Europea.

27 febrero, 2014

XI Ciclo de Cine "Pobreza y Exclusión Social"





         Los tres últimos domingos de febrero, 9, 16 y 23,  hemos celebrado un año más nuestro ciclo de cine, y de nuevo, un año más, con gran éxito de público, en cantidad y en calidad. Fueron unas 1050 personas las asistentes.  La asistencia del público, el interés demostrado en la participación y en el debate, nos dan una gran satisfacción y alegría, y nos animan a seguir. Confiamos también que sirva para seguir sintiéndonos sensibilizados ante la realidad de la pantalla, que no está muy alejada de la realidad que nos rodea. Y al igual que nuestros personajes de ficción intervienen en la realidad imaginada, también nosotros podemos seguir interviniendo en nuestro entorno.
               Fernando Sanz nos ayudó a profundizar en la primera película, Una vida mejor, y contamos también con la presencia de Pepe Villuendas, voluntario de Cáritas en un equipo de mediación en temas de vivienda. Nos explicó cómo escuchan las problemáticas de los afectados, e intervienen en la mediación con entidades financieras y / o propietarios, para facilitar los pagos de las personas. Nos explicó que, al igual que en la película de Cédric Khan, estas personas se encuentran hundidas, y un simple acompañamiento puede darles ánimos para seguir adelante. En la película aprendimos cómo el amor puede ser esa fundamental compañía para levantar a los que están humillados.
        Se incorporó este año al equipo Violeta Almagro, especialista en cultura audiovisual, para presentar, incluso con un power point, la película de Ken Loach, Buscando a Eric. En esta película aprendemos cómo el grupo, la amistad, levantan el ánimo de las personas deprimidas y víctimas de sus circunstancias. Frente a una sociedad que fomenta el individualismo, el filme de Loach propone el canto a la ayuda, a reclamar la ayuda, incluso a aquellos que están a nuestro alrededor.
        Tras un encuentro con voluntarios y técnicos de Cáritas, asistieron a la última proyección tres voluntarios del movimiento Cuarto Mundo. Fernando Acín, voluntario de referencia de la Asociación en Zaragoza, invitó a Marina Mingot y Álvaro Iniesta, del grupo de Madrid, a compartir su experiencia con nosotros, pues proyectamos el filme de Carolina Glorion Joseph el rebelde. Esta película es un homenaje a Joseph Wersinski, y Cáritas se quería sumar también al recuerdo de esta figura tan modélica de la solidaridad y el asociacionismo con los pobres. Para presentar el último filme, David Galindo nos dio algunas pistas decisivas que también los voluntarios de Madrid agradecieron por lo acertado de las mismas. Marina y Álvaro recalcaron cómo la película muestra el origen de este movimiento, la necesidad del esfuerzo colectivo, de contar con aquellos a los que se quiere ayudar. Suele ocurrir, por el contrario, que el sistema de ayuda no da protagonismo a los pobres, sino que los absorbe y no les deja participar en su propio futuro, ni en el presente: no les reconoce su dignidad. También se destacó la triste actualidad de la película, aunque está ambientada en las chabolas de París de los años sesenta, y, por lo tanto, de la necesidad de responder a esta situación, una necesidad que nos debe interpelar, y levantarnos de esa cómoda –más o menos- butaca para intervenir en la realidad: que la compasión dé paso a la pasión por la acción y el trabajo -no para, sino- junto a los pobres de ese “cuarto” mundo que está conviviendo con nosotros. Hablamos también de la preocupación de Joseph por mantener elementos de belleza, de estética, al paso que se recupera la ética ciudadana, su deseo de no olvidar esa belleza que da humanidad, y en relación con ello la importancia de la mujer. Aunque se está lanzando el discurso de que el feminismo está trasnochado, no es cierto que la igualdad se haya conseguido y sigue siendo necesario reclamar los derechos de la mujer, como hacía el padre Wersinski.
        Esperamos que el ciclo de cine nos haya enseñado a ver mejor la realidad de pobreza que nos rodea, y poder aportar aquello que cada uno podamos para mejorarla. Que recibamos a través del ciclo esa llamada que nos interpela, como Joseph interpelaba a sus colaboradores pidiéndoles lo mejor que podían aportar.
       ¡Hasta la edición XII! Gracias a todos.
  
       Manuel Hernández Martínez
      Coordinador del ciclo de cine