El pasado 8 de septiembre se celebró el día de la cooperación internacional en el cual se rinde homenaje a todos esos profesionales que dejan sus países de origen para trabajar en la construcción de un mundo mejor.
Desde Cáritas Zaragoza queremos reconocer también su importante labor, y desde aquí queremos enviar nuestra más sincera enhorabuena a todos los cooperantes que acompañan a aquellas personas más vulnerables allí donde se encuentren.
Carmelo Crespo, actualmente técnico de cooperación internacional en nuestra Diocesana, ha sido cooperante en Colombia y Bolivia (y puntualmente en Ecuador) durante más de 12 años y nos tramite su propia experiencia en primera persona.
La confederación de Cáritas Española, bajo la cooperación fraterna, acompaña procesos que llevan adelante nuestras Cáritas hermanas de otros países. Como cooperantes, intentamos acercar realidades, vivir con otros compañeros de aquellas Cáritas el trabajo diario en comunidades y además, facilitar,si es el caso, procesos de formación, fortalecimiento, etc.
Hay muy diferentes realidades en diferentes regiones, países y diocesanas, pero lo que se debe procurar siempre es acompañar en la lucha por la dignidad y los derechos de los últimos, fomentar la autonomía en las decisiones de lo local, el que sea allí donde se decida que hacer y cómo hacerlo, el respetar procesos internos que supongan aprendizajes, fomentar la participación de las comunidades, etc. Además supone aportar todo el esfuerzo y las capacidades para mejorar el servicio a los hermanos más desfavorecidos, finalidad que debe estar por encima del interés y la estructura de las propias Cáritas.
En lo personal, el ser cooperante tantos años, ha sido un regalo. Acompañar en terreno a campesinos colombianos desplazados del Chocó colombiano en su proceso valeroso como Comunidades de Paz, en sus asambleas campesinas, en su incidencia ante el Estado o compartir en comunidades campesinas o indígenas como Aymara, Guaraníes o Quechuas proyectos agropecuarios o de prevención de desastres naturales fue todo un privilegio. Sin duda también te topas con momentos complicados, pero siempre con el ánimo y en comunión con nuestros hermanos profesionales y voluntarios de las Cáritas locales, personas y entidades que, cuando uno retorna, se quedan allí junto a su gentes.
En definitiva, el camino y oficio de cooperante permite llevar a cabo, en lo institucional, la caridad universal que deber ser vital en nuestras Cáritas y, en lo personal, acercarse con esperanza, humildad y humanidad a ese prójimo lejano, hermano nuestro de otras tierras y con otras realidades, simplemente diferentes.
Como Cáritas y como personas seguro nos sirve lo que escribía J.C. Lavigne, en su obra “El Prójimo lejano”: “Levemos anclas...atrevámonos a adentrarnos mar adentro. Anochece, pero Cristo nos precede”