Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Es por eso que en esta reflexión quiero que os podáis imaginar dos clases de animales: las hormigas y los buitres.
Todos hemos visto un hormiguero en el campo, sobre todo en el verano, en el que una fila interminable y en orden, acarrean toda clase de alimentos.
Todas trabajan y circulan casi a ritmo de desfile militar. Cada una aporta algo en beneficio de todas las demás. Todas van a una. Y lo que pasa dentro del hormiguero no lo vemos, pero estará en relación con lo que hacen fuera. Todas trabajando en beneficio de la comunidad. Todas comprometidas para que haya alimentos y la vida pueda seguir.

Son dos grupos extremos: las hormigas se comprometen y colaboran y los buitres compiten y se atacan.
Y ahora viene mi pregunta: nuestra sociedad, ¿A quién se parece más, a las hormigas o a los buitres? Lo dejo a vuestra reflexión.
Mi respuesta es que en general nos comportamos como una mezcla de los dos. Hay gente que trabaja y se comporta como las hormigas, busca el bien común y se compromete con ello. Y otros, bastantes, que solo buscan lo suyo y no les importa pasar por encima de los demás para conseguirlo, incluso atacando a los otros, como sus rivales. Dejando a los más débiles al margen.
Nosotros los cristianos y las personas de buena voluntad, estamos llamados a ser hormigas y no buitres.
Gonzalo Gonzalvo, consiliario de Cáritas Zaragoza.
Este artículo fue publicado en el Boletín, nº 64 de Cáritas. Puedes descargar aquí el Boletín completo de nuestra biblioteca digital y leer todos los artículos