22 enero, 2019

La migración, un problema de todos

La migración es uno de los problemas más serios de nuestro tiempo y se ha convertido en un problema a nivel mundial.  Plantea interrogantes acerca de la humanidad, del sentido de fraternidad y nuestra capacidad para empatizar con el prójimo. 

En nuestras Cáritas parroquiales son cada vez más habituales los casos de migrantes que por diversos motivos deben abandona  
r a su familia y su país en busca de una vida mejor. Detrás de cada una de estas personas hay una historia personal, muchas veces complicada, pero de incalculable valor. Hoy queremos contaros el testimonio de uno de ellos.

Tengo 37 años. En Septiembre de 2013 acudí por primera vez a Cáritas con mi mujer de 33 años y mis cuatro hijos menores. Habíamos llegado a Zaragoza provenientes desde Siria solicitando asilo político. 

Ante el conflicto armado que vivíamos en nuestro país, tomé la decisión de huir y traerme a mi familia. No nos vinimos solos, mi suegra y mi cuñado nos acompañaron y por aquel entonces otros familiares ya llevaban viviendo unos meses en Zaragoza. La  llegada  no  fue  fácil,  España  sólo  tiene  centros  de  acogida  para refugiados en tres ciudades y en Zaragoza no existe ningún recurso especializado ante estas situaciones por lo que nos pusimos a vivir en una casa compartida con otros compatriotas.

Llevábamos algunos ahorros para poder pagar la habitación donde  dormíamos  los  seis  pero  llegó  un  momento  en  que  la  situación  era  insostenible  tanto  para  nosotros  como  para  los  que nos habían acogido,  por lo que me decidí a solicitar ayuda en Cáritas.

Nos ayudaron a conseguir una vivienda de alojamiento temporal de otra entidad social hasta que nuestra situación administrativa fuera regular y, por lo tanto, pudiéramos acceder a las ayudas y recursos de los servicios sociales. Durante este tiempo el papel de Cáritas fue imprescindible para nuestra familia. No sólo  porque  nos  han  ayudado  a  cubrir  nuestras  necesidades  más  básicas  (y  las  de  nuestros  hijos)  sino  porque  nos  hemos  sentido apoyados, acompañados, queridos... 

Actualmente  mi  mujer  y  yo  acudimos  a  clases  de  español  y  hemos  mejorado  mucho  a  la  hora  de  expresarnos.  Nunca  hemos  querido  tirar  la  toalla.  Gracias  a  Cáritas  he  realizado  un curso de formación y participaré en un proceso dentro del Itinerario de Inserción Laboral. En la actualidad, gracias a todos los que han confiado en nosotros, estamos más estables.