03 septiembre, 2015

Ser VOLUNTARIO (2)

Continuamos compartiendo con todos vosotros testimonios de compañeros voluntarios que han querido poner por escrito su vivencia personal del voluntariado en Cáritas. Esperamos que disfrutéis de la riqueza de cada uno de ellos. Agradecemos toda su colaboración. 


"Deseo compartir con vosotros lo que pienso y lo que siento al mirar estos 20 años de voluntariado"

Constato una evolución y cambio desde aquellos primeros momentos en que fuí invitada por otra voluntaria a conocer y a participar en el grupo de Cáritas de mi Parroquia, al momento actual. Aunque abierta y dispuesta a aprender y a formarme, mi actitud de entonces era ayudar desde la eficacia, desde la preparación y capacidad para resolver problemas y situaciones; sí, me acercaba a las personas, las trataba de escuchar, las visitaba en sus casas pero siempre analizando, orientando, solucionando de forma bastante directiva.

He ido cambiando y con ello aprendiendo a respetar el ritmo, los tiempos, las decisiones de los demás, a que sean ellos los que lleven la iniciativa, a que sean las personas el centro de todo. Ser voluntaria en Caritas me ha enriquecido como persona porque he descubierto que la relación que se establece entre las personas es lo más importante; no eres extraño, ajeno, no miras desde fuera objetivando al otro, sino que sientes como propia la injusticia, el sufrimiento, la ansiedad, a veces la desesperación de las personas que te han abierto su corazón y te han permitido conocerlas.

El encuentro, el contacto, la acogida, el acompañamiento a familias, a personas concretas supone un privilegio para un voluntario y esto no es algo teórico, lo vivo de forma real porque me siento amada por Dios, pero sé que Dios ama con ternura especial a los pobres, a los que sufren la injusticia social y por ello hablo de privilegio. El poder darme de forma gratuita, entregar mi tiempo, mi sonrisa, mi ternura, mis palabras, expresar sentimientos, valorar, animar es dejar la posibilidad de que salga lo mejor de mí misma y no es fácil poder hacerlo hoy día en la sociedad tal como está. Y ya no digo todo lo que recibes a cambio: ser acogida en sus casas, ser invitada a compartir lo que tienen, los abrazos, las sonrisas, la confianza de abrirse y darte a conocer sus dificultades, sus temores, sus angustias… Según voy teniendo más años valoro más todo lo humano y sencillo de la vida, me alegro con el que ha conseguido un trabajo, un nuevo piso, una ayuda, una prestación o se le ha solucionado algo.

Ser voluntaria me ha acercado a la Comunidad creyente de la Parroquia, y he ido descubriendo que es desde mi pertenencia a la Iglesia en la comunidad parroquial desde donde realizo mi misión de voluntaria, porque es en su nombre y con su apoyo. Y de esto cada vez soy más consciente, porque necesito al equipo de Cáritas, pero también necesito a la comunidad cristiana. 

Ser voluntaria me ha posibilitado sentirme parte activa del barrio donde resido. A lo largo de estos años he participado en cursos de formación, siempre he valorado mucho la preparación y capacitación. Actualmente, busco más lo que me enriquece a nivel personal y lo que caldea mi corazón y me posibilita el encuentro y el compartir.

María, voluntaria. 

- Publicado en el Boletín nº55-