El día 29 fue unos de los días más esperados: visitar Hebrón.
Circulando por las carreteras palestinas hemos podido comprobar los diferentes
carteles avisando sobre el tipo de vía por el que circulábamos, así como avisando de
los posibles check-point.
A la llegada ha sido necesario pasar un
check-point individual. Llama mucho la atencion, porque cuando pasas hay un militar apuntando con un arma. Situación
mas que delicada. Es sorprendente que, para entrar a la mezquita, situada justo
después de este check-point, sea preciso pasar por un control de metales. Todos
pitábamos porque podíamos pasar con la mochila. Solo teníamos que dejar al lado
el teléfono móvil.
La mezquita es muy bonita, con otro check-point en
mitad de la misma. Era especial porque en ella
se encontraban los restos de Abraham y Raquel. Ya os podéis imaginar que hemos
entrado descalzos y las mujeres con una prenda parecida a una capa que cubría hombros
y el resto del cuerpo y por supuesto el cabello.
Tras la visita a la mezquita hemos asistido a una
breve charla sobre la situación de la ciudad. Llama la atención que por algunas
zonas de la ciudad nadie pueda caminar ni circular con el coche. De tal modo
que, para entrar y salir de casa, tengan que cruzar a casa del vecino por el
tejado.
Nuestra visita a Hebrón concluye con la entrada a una
Iglesia (en lo alto de la ciudad) que conmemora la aparición de los tres ángeles a Abraham para indicarle que tendría un hijo varón y
tierra en abundancia.
Nuestro tour por la ciudad ha acabado antes de lo
previsto y, por tanto, hemos ido a la bolera a comer y jugar una partida. He
empezado fuerte, pero he tenido un pequeño bajón que me ha apartado de la
victoria. Luego hemos ido hasta la Natividad andando. Ya nos sentimos como unos
auténticos betlemitas, aplicando el termino "ya frenarán", cuando
cruzamos un paso de cebra. Ha caído el sol y de regreso hemos andado por calles
estrechas.
Pero sin duda alguna, en una determinada calle he sentido
algo especial dentro de mí. Posteriormente nos han indicado que era la calle de
la estrella, por la cual los magos de Oriente llegaron hasta la Natividad. Ese
sentimiento es el mismo que año trás año aflora en mí la noche de Reyes. Una
mezcla de ilusión y un punto de inocencia, que personalmente considero que
nunca debemos perder. Esos sentimientos que surgen en una de las noches más mágicas del
año.
Mañana veremos que nos depara el dia en nuestra ultima
jornada de voluntariado social.
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