16 febrero, 2012
Homenaje a una luchadora más
Este es el emotivo homenaje, lleno de ternura y de amor que nuestras gentes de Santa Teresa rinden a una mujer inolvidable. Aquí tenéis su testimonio, para leerlo despacio, más de una vez, porque es el testimonio de una vida, de una lucha:
Homenaje a una luchadora, o cuando la mirada se vuelve hacia dentro y el cuerpo deja de acompañarnos. Esta es la historia de una mujer, Charo que falleció, el 24 de enero 2012, en la Residencia Aistida Santa Teresa de Cáritas Diocesana de Zaragoza, con 94 años. Contarlo no es, a mi juicio, burlar la Ley Oficial de Protección de Datos, porque a ella le gustaba relatarlo, compartirlo y porque con ella hicimos uno de los muchos homenajes que en vida tuvo.
Es la historia del “sí puedo” -uno de nuestros lemas en la residencia, por eso nos identificamos tanto con ella-, de llegar a la utopía, rozarla con los dedos y auparse para cogerla, con mano firme, segura. Así era ella. Fue la socia nº 1 del Club de Fútbol Real Zaragoza, pertenecía a Montañeros de Aragón, tiró con arco, montó en bicicleta, conducía cuando pocas mujeres lo hacían y, sobre todo y por encima de todo, cargó a su espalda una imagen de la Virgen del Pilar y la puso en el Aneto el 15 de Agosto de 1956, haciendo así Historia.
Vivía la vida más allá de lo habitual en los días que le tocaba vivir, se complacía en provocarla y hasta el final de su existencia la saboreó, aún cuando dejó de ser consciente de lo que hacía. Aquí, en la residencia, encontró la amistad en otra persona afín, su amiga en los últimos años de existencia. Donde iba una, la otra la seguía como un amigo fiel. Donde la “mirada se pierde en el olvido”, se convirtió en el recuerdo inestimable y en el respeto por parte de todos, por ser un ejemplo de tenacidad.
Así es nuestra vida y la dignidad de las personas que viven en esta su casa y, por esto, los que les acompañamos, servimos con la intención de hacer realidad el milagro de la vida en Cáritas. Pensamos que hay que contarlo, porque es historia, diferente, pero al fin y al cabo historia de todas las personas dependientes que encuentran en ella su morada. Todas, sin excepción, nos dejan impresa su huella. En cada persona hay una experiencia que se convierte en hemeroteca, biblioteca de años y, nosotros los que trabajamos en la Residencia Asistida Santa Teresa, recibimos esta fuente de sabiduría como regalo de sus vidas y ejemplo de las mismas. Porque no existe destrozo de la vida en el destrozo, ni vida en los logros, hay siempre motivo para aprender de los demás y vida para vivirla compartida y recordada.
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