25 abril, 2008

Pobreza a gran escala

Cuando, tras ser cuestionado el proyecto Gran Scala, el vicepresidente Biel dijera que nuestro gobierno no es puritano, una ola de satisfacción pudo recorrer los ánimos de no pocos aprendices a agentes de negocios y finanzas: si además de un nuevo motor económico en la comunidad se abren amplias posibilidades a todo tipo de negocios, ancha es la tierra de nuestros pueblos y páramos.
Todos sabemos de sobra lo que evoca el término “puritano”. Y nos alegramos de que nuestro Gobierno no lo sea. Pero sí nos inquieta profundamente que en este asunto, para muchos ya per se vidrioso, el político tenga que posicionarse de entrada en contra del puritanismo. La pregunta del más cándido aragonés será: ¿Qué hay detrás de todo?
Dicen que los promotores del ingente negocio no son fiables, lo que nos obliga a oponernos a su especulación, exigiendo a todos transparencia y, al Ejecutivo, responsabilidad. Responsabilidad social en bloque. Ahí estamos sin dudarlo y, no es mucho suponer, que ahí está todo ciudadano cabal que aspira a una sociedad equitativa y una gestión comprometida.
Pero, con ser esto importante para nuestro Gobierno, vamos mucho más allá del rebatible pasado de unos promotores. Porque no somos puritanos, nos preocupan los “modelos de desarrollo” por los que se apuesta: nos preocupa más que nunca la subordinación de la ética a la política.
Se lo venimos diciendo machaconamente a nuestros gobiernos central, local o autonómico: no es justo jugar con fuego, no son justas las guerras con efectos colaterales no deseados, ni planes de desarrollo que arrojan al margen a cada vez más ciudadanos. Y se lo están diciendo las universidades, los servicios sociales de todos los gobiernos, todas las organizaciones que trabajan en el campo de la exclusión.
¿Qué dicen? Que en los últimos decenios de economía de mercado y de sistema neoliberal las pobrezas crecen; que las hasta ahora políticas reactivas son un fracaso: es imprescindible en lo social atacar a toda máquina con políticas preventivas rigurosas, correctamente planificadas y con recursos económicos generosos.
Hace pocos días Cáritas Aragón databa en un 13% los aragoneses en pobreza relativa y un 3%, en pobreza severa. Las estadísticas del INE reflejan un 16%. Esto no es pesimismo ni, menos, alarmismo. Es la realidad.
Realidad cruda es la que responde a nuestro Vicepresidente cuando dice que los opositores a Gran Scala son los que deben explicarse.
A pesar de que en Monegros podrían muy bien caber varias cosas a la vez (planes no acometidos y magníficos casinos a porrillo), hay demasiados motivos para oponernos y que quisiéramos explicar a nuestro Gobierno razonadamente. Si a la sociedad civil se nos da la oportunidad de hacerlo con sosiego.
Una política social preventiva ordenará la creación de empleo, los beneficios sociales, la recaudación de impuestos… Todo ello con gran prevención para evitar ludopatías, crisis familiares, pérdida de producción, blanqueo de dinero, prostitución, usuras, aumento de la delincuencia…
Esto no es demagogia. No queremos que a la buena intención de nuestros políticos le ocurra como en la comedia de Bertold Brecht, que como a la gente no le gustaban las disposiciones del gobernante, éste pidió que se cambiara de gente.
En la sociedad del riesgo en que vivimos, esperamos de nuestro Gobierno que empiece a prevenir lo que viene ocurriendo: unos pocos crean los riesgos y muchos sufren los peligros.
Nos oponemos al riesgo de nuevas pobrezas a gran escala.

* Alberto Ruiz, secretario general
(Publicado en Heraldo de Aragón el 25 de abril de 2008)

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