Necesitaría escribir muchos folios y aún así no podría contar todo lo vivido en este fantástico viaje “visita de proyectos a Bolivia”. Ante la imposibilidad pues, de transmitir tantas emociones y sentimientos voy a hacer una crónica de todo lo que hemos visto y las fotos, seguro, que ponen todo lo demás.
Desde Cochabamba después de seis horas de viaje en jeep y por unos caminos que cuesta que creer que todavía existan llegamos Qachari. Aquí se realizó el primer proyecto de carpas solares y cuyera y también el primer hermanamiento con un instituto de Zaragoza.
Todos los niños del internado vestidos con sus trajes típicos bailaban y tocaban la guitarra, el charango y la quena esperando nuestra llegada. Bailes, canciones, flores, palabras de bienvenida, un mundo a nuestro alrededor que difícilmente se podía creer. El sueño de estar en Qachari se había cumplido
Los cuatro internados que visitamos están en el altiplano a más menos 3.800m de altitud, todos tienen un mismo esquema de funcionamiento: los niños de las comunidades próximas (distancias más menos una o cuatro horas) viven en el internado para no tener que hacer grandes caminatas diarias. Niños y niñas se levantas a la 6,30 de la mañana hacen sus labores de limpieza, servicios y de estudio y cumplen su horario escolar. Por la tarde estudio y refuerzo escolar con sus educadores. Trabajan mucho su identidad (quechua y aymara) y sus costumbres y su educación en la idea de ser líderes de sus comunidades en el mañana.
La vida en el internado es dura -lo es más en sus casas- no hay calefacción, poca luz eléctrica por la noche, no hay agua caliente…
Hemos visto el trabajo diario que hacen en las carpas solares en las que cultivan: calabazas, lechugas, tomates, pepinos…. Sin carpas ¡impensable su cultivo a esta altura!. Y también cuidan cuyes (un tipo de conejo) y cerdos. Todo un trabajo que luego replican en sus casas y son ya 20 las carpas que se han construido en las distintas comunidades.
Hemos entregado cartas y regalos que nos dieron los institutos Gargallo, Blecua y V. del Pilar, para los chavales de allí y, de allí (Qachari, Colloma y Vila Vila) nos hemos traído también cartas y obsequios para los amigos de aquí, a parte de un montón de hermosos recuerdos y vivencias en el corazón.
La segunda etapa de nuestro viaje es La Paz, imponente ciudad a casi 4.000 m de altura construida en las laderas de las montañas. Aquí, nuestro objetivo es contactar y visitar a las mujeres artesanas que están realizando el proyecto de las microempresarias,.subvencionado por el Gobierno de Aragón. Es este un proyecto muy amplio en el que trabajan varias diocesanas y con el que se pretende capacitar a las mujeres en la elaboración de distintas artesanías o trabajos que les permitan una vida digna. Visitamos en Coroico (zona subtropical) la elaboración de café y la cría de cerdo y en El alto a las mujeres que hacen artesanía en alpaca. En este recorrido nos acompaña Wilma una entusiasta compañera de Cáritas Boliviana que no deja en su empeño en acompañar los lentos y preciosos procesos de capacitación de estas mujeres.
También visitamos, esta vez en compañía de Carmelo Crespo, cooperante de Zaragoza en Cáritas Boliviana, la cooperativa de fabricación de ladrillos Llojeta que hace algunos años se compró con ayuda de la CAI y Cáritas Zaragoza.
Desde aquí queremos dar las gracias a todas las personas que nos han acompañado y han hecho posible este viaje en el tanto y tanto hemos disfrutado y aprendido. Nuestro compromiso con Bolivia, ahora, es mayor.
Mercedes
Desde Cochabamba después de seis horas de viaje en jeep y por unos caminos que cuesta que creer que todavía existan llegamos Qachari. Aquí se realizó el primer proyecto de carpas solares y cuyera y también el primer hermanamiento con un instituto de Zaragoza.
Todos los niños del internado vestidos con sus trajes típicos bailaban y tocaban la guitarra, el charango y la quena esperando nuestra llegada. Bailes, canciones, flores, palabras de bienvenida, un mundo a nuestro alrededor que difícilmente se podía creer. El sueño de estar en Qachari se había cumplido
Los cuatro internados que visitamos están en el altiplano a más menos 3.800m de altitud, todos tienen un mismo esquema de funcionamiento: los niños de las comunidades próximas (distancias más menos una o cuatro horas) viven en el internado para no tener que hacer grandes caminatas diarias. Niños y niñas se levantas a la 6,30 de la mañana hacen sus labores de limpieza, servicios y de estudio y cumplen su horario escolar. Por la tarde estudio y refuerzo escolar con sus educadores. Trabajan mucho su identidad (quechua y aymara) y sus costumbres y su educación en la idea de ser líderes de sus comunidades en el mañana.
La vida en el internado es dura -lo es más en sus casas- no hay calefacción, poca luz eléctrica por la noche, no hay agua caliente…
Hemos visto el trabajo diario que hacen en las carpas solares en las que cultivan: calabazas, lechugas, tomates, pepinos…. Sin carpas ¡impensable su cultivo a esta altura!. Y también cuidan cuyes (un tipo de conejo) y cerdos. Todo un trabajo que luego replican en sus casas y son ya 20 las carpas que se han construido en las distintas comunidades.
Hemos entregado cartas y regalos que nos dieron los institutos Gargallo, Blecua y V. del Pilar, para los chavales de allí y, de allí (Qachari, Colloma y Vila Vila) nos hemos traído también cartas y obsequios para los amigos de aquí, a parte de un montón de hermosos recuerdos y vivencias en el corazón.
La segunda etapa de nuestro viaje es La Paz, imponente ciudad a casi 4.000 m de altura construida en las laderas de las montañas. Aquí, nuestro objetivo es contactar y visitar a las mujeres artesanas que están realizando el proyecto de las microempresarias,.subvencionado por el Gobierno de Aragón. Es este un proyecto muy amplio en el que trabajan varias diocesanas y con el que se pretende capacitar a las mujeres en la elaboración de distintas artesanías o trabajos que les permitan una vida digna. Visitamos en Coroico (zona subtropical) la elaboración de café y la cría de cerdo y en El alto a las mujeres que hacen artesanía en alpaca. En este recorrido nos acompaña Wilma una entusiasta compañera de Cáritas Boliviana que no deja en su empeño en acompañar los lentos y preciosos procesos de capacitación de estas mujeres.
También visitamos, esta vez en compañía de Carmelo Crespo, cooperante de Zaragoza en Cáritas Boliviana, la cooperativa de fabricación de ladrillos Llojeta que hace algunos años se compró con ayuda de la CAI y Cáritas Zaragoza.
Desde aquí queremos dar las gracias a todas las personas que nos han acompañado y han hecho posible este viaje en el tanto y tanto hemos disfrutado y aprendido. Nuestro compromiso con Bolivia, ahora, es mayor.
Mercedes
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