Ramón Sabaté, responsable voluntario de animación comunitaria de Cáritas Zaragoza ha querido hacer una reflexión sobre el compromiso a través de las palabras del papa Francisco en su última exhortación apostólica Gaudete et Exsultate.
Tropecé con estas palabras tan expresivas hace unos días al leer la última exhortación apostólica Gaudete et Exsultate del papa Francisco. De qué manera tan gráfica nos está señalando seguramente uno de los síntomas más preocupantes de nuestra sociedad. Vale la pena escuchar algo más esta descripción: la costumbre nos seduce y nos dice que no tiene sentido tratar de cambiar algo, que no podemos hacer nada frente a esta situación. A causa de este acostumbrarnos ya no nos enfrentamos al mal y permitimos que las cosas “sean lo que son”. Pero dejemos que el Señor venga a despertarnos, a pegarnos un sacudón en nuestra modorra, a liberarnos de la inercia. Desafiemos la costumbre, abramos bien los ojos y el corazón, para dejarnos descolocar por lo que sucede a nuestro alrededor.
Es decir, el Papa nos sitúa ante la exigencia del compromiso transformador que señala la Campaña de Cáritas bajo el lema “Tu compromiso mejora el mundo” No podemos resignarnos a que las situaciones de injusticia sigan porque sí. Es preciso que salgamos de nuestros espacios de confort y de instalamiento en los que nos sentimos cómodos y bien aposentados.
Conviene, en consecuencia, que iniciemos caminos. El punto de partida de todo compromiso es la concienciación, no sentirnos indiferentes ante las diversas situaciones injustas que ocurren a nuestro lado, entendiendo “nuestro lado” en el sentido más universal posible.
La invitación al compromiso es, en definitiva, una llamada al inconformismo. El camino de compromiso debe superar continuos obstáculos que a modo de excusas nos autoimponemos, o nos imponen, tratando de convencernos de que muy poco o nada podemos hacer para generar expectativas y realidades de una vida más humana y justa.
Comprometernos sí, en las pequeñas cosas de cada día, en estilos de vida más austeros, más sencillos, más respetuosos con la conservación de la naturaleza, compromisos personales referidos a la revolución de la ternura, a la honradez, a testimonios de vida de mano tendida, a la denuncia profética cuando corresponda. Comprometernos desde el Evangelio no es una decisión asumida por motivos ideológicos o intereses políticos, sino por coherencia con la determinación de seguir a Jesús.
No podemos ya los cristianos dejarnos llevar por la somnolencia, el sopor o el aturdimiento. Nos lo recuerda también Francisco en la misma exhortación citada: “En medio de la tupida selva de preceptos y prescripciones, Jesús abre una brecha que permite distinguir dos rostros, el del Padre y el del hermano. No nos entrega dos fórmulas o dos preceptos más. Nos entrega dos rostros, o mejor uno solo, el de Dios que se refleja en muchos. Porque en cada hermano, especialmente en el más pequeño, frágil, indefenso y necesitado, está presente la imagen mismo Dios”.
Para luchar contra las injusticias reflejadas en estos rostros de los hermanos sufrientes, necesitamos este "sacudón" generador del COMPROMISO TRANSFORMADOR del mundo al que nos invita Cáritas en su Campaña de Caridad.
Es decir, el Papa nos sitúa ante la exigencia del compromiso transformador que señala la Campaña de Cáritas bajo el lema “Tu compromiso mejora el mundo” No podemos resignarnos a que las situaciones de injusticia sigan porque sí. Es preciso que salgamos de nuestros espacios de confort y de instalamiento en los que nos sentimos cómodos y bien aposentados.
Conviene, en consecuencia, que iniciemos caminos. El punto de partida de todo compromiso es la concienciación, no sentirnos indiferentes ante las diversas situaciones injustas que ocurren a nuestro lado, entendiendo “nuestro lado” en el sentido más universal posible.
La invitación al compromiso es, en definitiva, una llamada al inconformismo. El camino de compromiso debe superar continuos obstáculos que a modo de excusas nos autoimponemos, o nos imponen, tratando de convencernos de que muy poco o nada podemos hacer para generar expectativas y realidades de una vida más humana y justa.
Comprometernos sí, en las pequeñas cosas de cada día, en estilos de vida más austeros, más sencillos, más respetuosos con la conservación de la naturaleza, compromisos personales referidos a la revolución de la ternura, a la honradez, a testimonios de vida de mano tendida, a la denuncia profética cuando corresponda. Comprometernos desde el Evangelio no es una decisión asumida por motivos ideológicos o intereses políticos, sino por coherencia con la determinación de seguir a Jesús.
No podemos ya los cristianos dejarnos llevar por la somnolencia, el sopor o el aturdimiento. Nos lo recuerda también Francisco en la misma exhortación citada: “En medio de la tupida selva de preceptos y prescripciones, Jesús abre una brecha que permite distinguir dos rostros, el del Padre y el del hermano. No nos entrega dos fórmulas o dos preceptos más. Nos entrega dos rostros, o mejor uno solo, el de Dios que se refleja en muchos. Porque en cada hermano, especialmente en el más pequeño, frágil, indefenso y necesitado, está presente la imagen mismo Dios”.
Para luchar contra las injusticias reflejadas en estos rostros de los hermanos sufrientes, necesitamos este "sacudón" generador del COMPROMISO TRANSFORMADOR del mundo al que nos invita Cáritas en su Campaña de Caridad.