16 octubre, 2019

16 de octubre, Día Mundial de la Alimentación

Cada 16 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Alimentación; una celebración promovida por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con el claro objetivo de disminuir el hambre en el mundo. 

Desde Cáritas Diocesana de Zaragoza os contamos hoy qué hacemos sobre este tema (en ese mundo global y en nuestro pequeño mundo cotidiano y local). Nos encanta repasar con vosotros nuestras acciones, porque pensar que nos leéis nos ilusiona en nuestra misión, y esperamos que tú también participes de ambas (de nuestra ilusión y de nuestra misión). 


En nuestro día a día contribuimos con ayudas económicas directas para alimentación a las familias que, no teniendo acceso a otros recursos, necesitan ese apoyo tan básico. En el año 2018, en este concepto específico, fueron 3.586 las ayudas, por un importe total de 563.460,59 euros. 

En nuestros centros especializados hay actividades sobre alimentación saludable y economía doméstica; por ejemplo, el taller de cocina en nuestro Proyecto de Acompañamiento San Nicolás: con platos saludables, sencillos, baratos y completos se acercan conceptos y práctica de una alimentación adecuada y accesible. Algunos de los ingredientes de esas recetas proceden de nuestro pequeño gran Huerto San Nicolás, donde participantes de dos de nuestros centros generan actitudes, aprendizajes, amor a la tierra y unas maravillosas verduras ecológicas. 

Desde la dimensión universal de la caridad, ayudamos en proyectos de cooperación internacional, en colaboración con Cáritas Española y las organizaciones y agentes de los países de origen. Por ejemplo, en Palestina: “La seguridad alimentaria y medios de vida a través de la preservación del área como tierra agrícola”, o bien, la “Mejora de la salud alimentaria a través de la agroecología y la conservación de los recursos hídricos”. En Bolivia, en Potosí, pusimos nuestro grano de arena en un proyecto con enfoque agroecológico dirigido a comunidades y unidades educativas. 

Estas son algunas de todas esas cosas que hacemos en torno al derecho a la alimentación: es cierto que es un problema enorme y mundial, pero también es verdad que son muchas las personas que trabajan para que deje de serlo: te invitamos a que seas una de ellas, a entrar a formar parte de este club de esperanzados que pensamos en términos mundiales… pero que nos ponemos manos a la obra desde lo que tenemos más cerca. ¡Sé bienvenido!

14 octubre, 2019

Ayudas económicas: derecho a la salud



En el año 2018, Cáritas Diocesana de Zaragoza atendió a 8.793 personas (3.727 hogares). Creemos en las potencialidades de la persona y en acompañarla en sus procesos. Hay veces –no siempre- que ese acompañamiento requiere, entre otras acciones, de una ayuda económica. 

La ayuda económica es un medio, no un fin en sí mismo, y esperamos que de una u otra manera cale el mensaje de que hay muchos tipos de pobreza; la ayuda monetaria ni siempre resuelve los problemas ni es la única solución. Por eso, a través de nuestro Servicio de Estudios Sociales y gracias al esfuerzo de los equipos en la recogida y sistematización de datos, podemos indagar en las causas de la exclusión social que se hallan detrás de esas necesidades económicas, así como de otras necesidades no económicas que necesitan solución. 

Durante el año 2018 se concedieron 9.809 ayudas económicas, por un importe de 1.214.534,75€. A lo largo de varias entradas de este blog, hablamos de esas ayudas monetarias en torno a los siguientes derechos humanos fundamentales: derecho a la dignidad e integridad, derecho a la vivienda digna, derecho a la salud universal, derecho a la educación para todos, derecho al trabajo decente. 

Hoy hablaremos de aquellas ayudas económicas en relación con el derecho a la salud. 


Salud universal 


Hemos llamado “Salud universal” a este apartado en el que incluimos conceptos de ayudas económicas tales como gastos en medicinas, productos de higiene, productos de higiene de menores, gafas y óptica, audífonos, salud dental, terapia y tratamiento psicológico, otras ortopedias, gastos de salud varios. 

Las ayudas en concepto de Salud representaron el 17,1% del total de ayudas económicas (1.675) y un 5,4% de los importes de Cáritas (65.329,86 €). Casi 8 de cada 10 de estas ayudas fueron para medicinas: un total de 1.321 ayudas y 25.468,77 € (39,9%). 

Titulamos estos números con el nombre de un derecho humano fundamental para recordar que detrás de ellos hay personas. También, para que entendamos que dichas ayudas están contextualizadas no solamente en el marco de una intervención y acompañamiento social más amplio, sino también en relación con nuestra misión de abogar siempre por la dignidad de la persona. 

En el ámbito de la salud, tenemos también proyectos específicos de salud mental (C.R.P. San Carlos) y dependencia (Residencia Santa Teresa). 

Si estás interesado en saber más sobre cómo organizamos nuestras acciones y cifras, tienes información ampliada en la Memoria 2018 

11 octubre, 2019

"Plantar bambú es cuestión de fe y esperanza"

Hace unos días, los voluntarios del Proyecto de Acompañamiento San Nicolás tuvieron un encuentro de reflexión, programación y organización sobre su labor en este centro de Cáritas. 


Su coordinador y responsable, Juanjo Santos, ha querido compartir estas líneas con los lectores de nuestro blog.

Plantar bambú es cuestión de fe y esperanza. Durante los primeros 7 años (¡siete años!) parece que no pasa nada. La sensación de frustración es dolorosa y mortificante. Hay que esperar siete años para que algo empiece a asomar en la tierra. Y entonces, sólo entonces, después de siete largos años de espera, el bambú crece de manera trepidante: más de 30 metros en sólo seis semanas. Han sido precisos siete años para crecer hacia abajo y tejer una red de raíces sólidas y profundas, capaces de aguantar la soberbia altura que alcanzará el bambú en poco tiempo. 

El voluntariado en nuestro proyecto sólo tiene sentido contemplando con frecuencia la metáfora del bambú. Cuando nos exaspera el paso del tiempo y vemos que “no pasa nada”… el bambú. Cuando medimos el paso del tiempo con el cronómetro de la eficacia rápida y contable… el bambú. Cuando perdemos la “seguridad en la esperanza” y dudamos del sentido de lo que hacemos… el bambú

Supongo que lo dicho vale para todo el voluntariado de Cáritas. Pero yo hablo de lo que mejor conozco. Personas que dedican su tiempo al servicio de sus hermanos/as para acompañarlos en su peregrinaje doloroso y servirles la medicina de la ternura y el respeto. 

Viendo su biografía veo que son ya de bastante juventud acumulada. Es la edad en la que se desarrollan las miradas profundas y misericordiosas; cuando se prefieren las palabras sin aristas dolorosas, plenas de bendiciones; cuando los consejos se comparten para animar, no para imponer… Doy fe de que es así. 

La actividad es la ocasión y la oportunidad. Lo mismo da que sea el huerto que la cocina, el arte que la salud… Lo importante es la cercanía que permite el encuentro y el vínculo. Nada extraordinario; simplemente la grandeza del gesto sencillo y gratuito hecho palabra silenciosa: “tú también eres amado por Dios en el Señor Jesús”. 

Esa palabra hecha acción es el único mensaje que la gente entiende. ¡Vaya que si lo entiende! Es la recompensa recibida cuando en un atisbo de sonrisa te dicen: mensaje recibido, me siento más humano y más feliz desde que estoy aquí. Voluntariado como despertador de ilusiones dormidas. Apoyo, refuerzo, ayuda. 

Condición básica, fundamental: creer, vivamente, en las personas: en su dignidad, su riqueza y capacidades. Y lo dicho: la fe tiene su tiempo. El tiempo de Dios, señor de la vida y de la historia. Es cuestión de esperanza... hasta “que las raíces se hagan profundas”. Como el bambú.

Juanjo S. 

09 octubre, 2019

Ayudas económicas: derecho a la vivienda digna



En el año 2018, Cáritas Diocesana de Zaragoza atendió a 8.793 personas (3.727 hogares). Creemos en las potencialidades de la persona y en acompañarla en sus procesos. Hay veces –no siempre- que ese acompañamiento requiere, entre otras acciones, de una ayuda económica. 

La ayuda económica es un medio, no un fin en sí mismo, y esperamos que de una u otra manera cale el mensaje de que hay muchos tipos de pobreza; la ayuda monetaria ni siempre resuelve los problemas ni es la única solución. Por eso, a través de nuestro Servicio de Estudios Sociales y gracias al esfuerzo de los equipos en la recogida y sistematización de datos, podemos indagar en las causas de la exclusión social que se hallan detrás de esas necesidades económicas, así como de otras necesidades no económicas que necesitan solución. 

Durante el año 2018 se concedieron 9.809 ayudas económicas, por un importe de 1.214.534,75€. A lo largo de varias entradas de este blog hablaremos de las ayudas económicas en torno a los siguientes derechos humanos fundamentales: derecho a la dignidad e integridad, derecho a la vivienda digna, derecho a la salud universal, derecho a la educación para todos, derecho al trabajo decente. Hoy, hablaremos del derecho a la vivienda digna. 

Viviendas que deberían ser hogares 

Hemos llamado “derecho a la vivienda digna” a este apartado en el que incluimos conceptos de ayudas económicas tales como ayuda al pago del alquiler, habitación de alquiler o hipoteca, recibo de la comunidad, suministros, equipamientos o reparaciones necesarias en el hogar. 

Las ayudas económicas por vivienda en 2018 fueron 2.241, lo que sumó un importe de 434.852,08€ (22,8% y 35,8% del total de ayudas e importes, respectivamente). El mayor número e importe de ayudas se destinó a cubrir gastos fijos del hogar; en segundo lugar para el pago de gastos de suministros y en tercero para atender necesidades de equipamiento, reparaciones y otros gastos de la vivienda. 

Un total de 8 de cada 10 diez ayudas económicas que se concedieron en el ámbito de la vivienda se destinaron a cubrir los gastos fijos del hogar, o lo que es lo mismo, alquiler, hipoteca, gastos de comunidad. El subconcepto alquiler representó 3 de cada 4 ayudas económicas para gastos fijos de la vivienda (1.660 ayudas y 329.121,41 €). Las partidas destinadas a suministros representaron el 14,9% de las ayudas y el 9,4% de los gastos. Las de mayor volumen para el suministro eléctrico, seguido por el gas y, de manera minoritaria, para el pago del agua. Las ayudas para necesidades de equipamientos, reparaciones y otros gastos de la vivienda solo representaron el 6,5% y el 9,3% de las cuantías concedidas en el ámbito de la vivienda. 

Titulamos estos números con el nombre de un derecho humano fundamental para no olvidarnos de que son cifras con rostro, para recordar que detrás de ellos hay personas. También, para que entendamos que dichas ayudas están contextualizadas no solamente en el marco de una intervención y acompañamiento social más amplio, sino también en relación con nuestra misión de abogar siempre por la dignidad de la persona. 

Seguiremos explicando las ayudas económicas realizadas a lo largo del pasado año; puedes encontrar más información en la Memoria 2018 

07 octubre, 2019

7 de octubre, Jornada por el trabajo decente


Por cuarto año consecutivo la Iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD), promovida en Zaragoza por nueve entidades diocesanas: Cáritas, Centro Pignatelli, Comunidades de Vida Cristianas (CVX), Delegación de Pastoral Obrera, Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), Juventud Obrera Cristiana (JOC), Parroquia de San Mateo (Zaragoza), Vicaría II (MIDE) y Vedrunas Almozara, se suma a un amplio abanico de gestos, actividades y vigilias en todo el territorio nacional que, con motivo del Día Mundial por el Trabajo Decente (7 de octubre), quieren promover y visibilizar la importancia de extender en la sociedad y en la Iglesia la defensa del trabajo decente, una cuestión central en la sociedad y esencial para la vida de miles de personas. 

La indecente precariedad dificulta la vida digna de muchas personas y familias trabajadoras. ITD viene insistiendo en la denuncia de las condiciones laborales y sociales actuales que generan “una sociedad desvinculada, en la que cada vez es más difícil hacernos cargo de los que se quedan atrás”, como indica el VIII Informe FOESSA, donde además son cada vez más las personas en situación de vulnerabilidad, entre otros factores, por la mala calidad del empleo. La indecente precariedad estructural se ha convertido en una obligada forma de vida para millones de trabajadores y trabajadoras, especialmente entre jóvenes y mujeres. 


El trabajo decente no solo garantiza ingresos suficientes, sino que permite el crecimiento personal, la contribución al bien común y el avance de la sociedad. En España falta trabajo decente y sobra precariedad. El trabajo ha dejado de ser una garantía para salir de la vulnerabilidad. 

El papa Francisco nos invita a hacernos esta pregunta: 

“¿Reconocemos, en serio, que las cosas no andan bien en un mundo donde hay (…) tantas familias sin techo, tantos trabajadores sin derechos, tantas personas heridas en su dignidad?”. “Tierra, techo y trabajo (…) son derechos sagrados. Reclamar esto no es nada raro, es la Doctrina Social de la Iglesia”. 

El sistema económico, desde hace unos años, ha desarrollado una nueva mutación de la mano de la revolución tecnológica. No han cambiado sus pilares básicos sino su forma de actuar. Esta fase es especulativa. La fuente fundamental del beneficio hoy en día, no es el comercio ni la industria, es la especulación. El objetivo principal del sistema es obtener el máximo beneficio en el menor tiempo posible. Estamos ante una economía cortoplacista. Y donde se gana dinero es en el sistema financiero (banca). Hoy los referentes del sistema económico han cambiado, son Estados Unidos, China, Japón, India y Brasil. Europa ha sido desplazada en producción y en población. Europa para el sistema económico tiene un lastre que es el estado del bienestar. Y los referentes institucionales son instituciones post-democráticas. Lo que significa que las decisiones se toman en ámbitos donde los ciudadanos no “pintamos” nada. 

Digamos no a una economía de exclusión e inequidad donde el dinero reina en lugar de servir. Esa economía mata, destruye. Pongamos la economía al servicio de los pueblos. La distribución justa de los frutos de la tierra y el trabajo humano es un deber moral. Los planes asistenciales que atienden ciertas urgencias, sólo deberían pensarse como respuestas pasajeras, coyunturales. Nunca podrán sustituir la verdadera inclusión: esa que da el trabajo digno, libre, creativo, participativo y solidario. 


Algunos datos ponen de relieve la realidad de esta indecente precariedad. 

Según la EPA la tasa de desempleo en Aragón disminuyó hasta el 10 % en el II trimestre del 2019, alcanzando los 65 mil parados. Sin embargo, el mes de julio registró el peor dato de desempleo de los últimos cinco años. Son las mujeres las que sufrieron mayor desempleo, representando el 60,51 % del total de los desempleados. Seis de cada diez personas desempleadas en Aragón son mujeres. En el mes de julio se incrementó el desempleo un 1,59 % respecto al mes anterior, cuando tradicionalmente este mes era un mes en el que el desempleo disminuía. 

Los hogares con todos los miembros en desempleo también siguen disminuyendo representando en el II trimestre de 2019, según la EPA, casi 18 mil hogares, un 11,82 menos que hace un año. 

Sin embargo, durante el mes de agosto, según el Instituto Aragonés de Estadística, se habían registrado en Aragón, 43.518 contratos temporales, un 92,85 % del total de los registrados. 

La tasa de parcialidad (número de contratos con jornadas parciales) siguió siendo alta durante el I trimestre de 2019, un 14,2 %, según Boletín nº 74 el CESA, aun así disminuyó respecto a la del año pasado en el mismo periodo. Habrá que ver cómo ha evolucionado en el II trimestre del año. 

La precariedad impide a las personas proyectar sus vidas hacia el futuro. Las instala en un permanente aquí y ahora que les impide desarrollar carreras profesionales, centrarse en la formación. 

A nivel personal tienen graves dificultades para enraizar sus vidas. A duras penas pueden mantener sus necesidades vitales y las de sus familias. Muy a menudo caen en la itinerancia por no poder mantener una vivienda. Esta situación no sólo afecta a su salud física, sino también a la salud mental, falta de autoestima, desmotivación, depresión, etc. 

Incluso su identidad se ve afectada porque nuestro lugar en la sociedad se establece a partir del desarrollo profesional. Cuando el desarrollo profesional es intermitente y cambia de manera constante o es incierto, la identidad también puede verse afectada. 

Ante esta situación de precariedad, tenemos una responsabilidad personal y colectiva, que es participar, colaborar, ayudar, organizarnos en la medida de nuestras posibilidades a nivel sindical, eclesial, social, etc. para construir una sociedad más justa donde se respeten los derechos humanos.