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11 octubre, 2019

"Plantar bambú es cuestión de fe y esperanza"

Hace unos días, los voluntarios del Proyecto de Acompañamiento San Nicolás tuvieron un encuentro de reflexión, programación y organización sobre su labor en este centro de Cáritas. 


Su coordinador y responsable, Juanjo Santos, ha querido compartir estas líneas con los lectores de nuestro blog.

Plantar bambú es cuestión de fe y esperanza. Durante los primeros 7 años (¡siete años!) parece que no pasa nada. La sensación de frustración es dolorosa y mortificante. Hay que esperar siete años para que algo empiece a asomar en la tierra. Y entonces, sólo entonces, después de siete largos años de espera, el bambú crece de manera trepidante: más de 30 metros en sólo seis semanas. Han sido precisos siete años para crecer hacia abajo y tejer una red de raíces sólidas y profundas, capaces de aguantar la soberbia altura que alcanzará el bambú en poco tiempo. 

El voluntariado en nuestro proyecto sólo tiene sentido contemplando con frecuencia la metáfora del bambú. Cuando nos exaspera el paso del tiempo y vemos que “no pasa nada”… el bambú. Cuando medimos el paso del tiempo con el cronómetro de la eficacia rápida y contable… el bambú. Cuando perdemos la “seguridad en la esperanza” y dudamos del sentido de lo que hacemos… el bambú

Supongo que lo dicho vale para todo el voluntariado de Cáritas. Pero yo hablo de lo que mejor conozco. Personas que dedican su tiempo al servicio de sus hermanos/as para acompañarlos en su peregrinaje doloroso y servirles la medicina de la ternura y el respeto. 

Viendo su biografía veo que son ya de bastante juventud acumulada. Es la edad en la que se desarrollan las miradas profundas y misericordiosas; cuando se prefieren las palabras sin aristas dolorosas, plenas de bendiciones; cuando los consejos se comparten para animar, no para imponer… Doy fe de que es así. 

La actividad es la ocasión y la oportunidad. Lo mismo da que sea el huerto que la cocina, el arte que la salud… Lo importante es la cercanía que permite el encuentro y el vínculo. Nada extraordinario; simplemente la grandeza del gesto sencillo y gratuito hecho palabra silenciosa: “tú también eres amado por Dios en el Señor Jesús”. 

Esa palabra hecha acción es el único mensaje que la gente entiende. ¡Vaya que si lo entiende! Es la recompensa recibida cuando en un atisbo de sonrisa te dicen: mensaje recibido, me siento más humano y más feliz desde que estoy aquí. Voluntariado como despertador de ilusiones dormidas. Apoyo, refuerzo, ayuda. 

Condición básica, fundamental: creer, vivamente, en las personas: en su dignidad, su riqueza y capacidades. Y lo dicho: la fe tiene su tiempo. El tiempo de Dios, señor de la vida y de la historia. Es cuestión de esperanza... hasta “que las raíces se hagan profundas”. Como el bambú.

Juanjo S.