Estás invitado a asistir el martes, día 27 de mayo a las 19 horas, en el Centro Pignatelli (Pº Constitución, 6 de Zaragoza) a la proyección de esta película "Vivir sin agua"
16 mayo, 2008
Vivir sin agua
Agua, dignidad y olvido. No hay lugar para la indiferencia. Entre la realidad apabullante y la ficción comprometida esta película, dirigida por el joven director aragonés Javier Macipe y producida por Cáritas Zaragoza, muestra la terrible realidad de las personas anónimas que sufren, en el primer mundo y en nuestra sociedad del bienestar, la falta de acceso al agua condicionando su transcurso vital.
Estás invitado a asistir el martes, día 27 de mayo a las 19 horas, en el Centro Pignatelli (Pº Constitución, 6 de Zaragoza) a la proyección de esta película "Vivir sin agua"
Estás invitado a asistir el martes, día 27 de mayo a las 19 horas, en el Centro Pignatelli (Pº Constitución, 6 de Zaragoza) a la proyección de esta película "Vivir sin agua"
15 mayo, 2008
Día de Caridad 2008: Por la igualdad de género
El día 25 de mayo se celebra el Día de Caridad, es el Día por excelencia de Cáritas.
Los documentos de la Campaña están disponibles en nuestra web
Presentación que ilustra muy bien el lema de este año:"Igualdad de género"
Los documentos de la Campaña están disponibles en nuestra web
Presentación que ilustra muy bien el lema de este año:"Igualdad de género"
14 mayo, 2008
LA MADRE SE CONVIRTIÓ EN MONSTRUO Y LA BELLEZA EN BESTIA
Cáritas Internationalis acaba de difundir el testimonio anónimo que se ha recibido en Roma de un trabajador local de la red humanitaria de la Iglesia católica en Birmania que colabora en el plan de respuesta humanitaria a la emergencia causada por el ciclón “Nargis”. Este el contenido íntegro de ese relato:
«Gracias a todos ustedes por sus mensajes de interés, apoyo y solidaridad. El pueblo birmano les necesita, así como la solidaridad de todos.
En estos momentos estoy totalmente sumergido en el trabajo, tras una jornada en la que acudí a la oficina del Comité de Ayuda a la Emergencia [de la Iglesia católica], a donde acompañé a algunas personas para una reunión urgente de seguimiento de la crisis con el señor arzobispo. Yo estoy ayudando a adiestrar a los voluntarios, además de colaborar en los trabajos de ayuda a las víctimas y realizar una estimación de los daños registrados. También trabajo en la puesta a punto del llamamiento de ayuda a la red internacional de Cáritas.
En los últimos seis días he estado visitando varias de las zonas afectadas y ahora estoy de regreso. Espero disponer del tiempo necesario para redactar un informe de situación más largo y detallado.
Hoy tuvimos también un encuentro con algunos colaboradores y mañana tendré una sesión de formación de otros 40 voluntarios. Ya que casi nadie aquí tiene experiencia en la respuesta a las catástrofes, incluso mi poca experiencia resulta de gran utilidad.
No es necesario explicar cómo Birmania llora hoy y cómo las lágrimas de tantos inocentes apelan a nuestra sensibilidad. Estoy viendo sufrir a este pueblo, a esta buena gente. Cuando vemos cómo la naturaleza viene a agravar su agonía, nuestro corazón cae víctima de la desesperación.
Acabo de regresar de una de las zonas más afectadas, donde casi 30.000 personas han encontrado su tumba bajo las aguas. En Kyaiklatt, Phaypon, Bogalay y las localidades vecinas, han perecido miles de personas. Pudimos llegar hasta la lejana Phyapon, bajando por el río Irawady, sobre el que, en torno a nuestra embarcación, flotaban cadáveres de seres humanos y de animales. Llegamos a un poblado arrasado, donde éramos las primeras personas que los damnificados veían llegar con ayuda. El ciclón Nargis los golpeó, los arrasó, los aturdió y… siguen desconcertados. En un espectáculo dantesco, de profunda “conmoción e impresión”. La fuerza de la naturaleza atacó a estos desventurados durante la noche. El embate llegó desde el mar, a través del río y por el aire, con vientos que aullaban amenazadores y que, con una fuerza devastadora, destruyeron todo el poblado, que quedó como si hubiera sufrido un bombardeo.
Es un panorama desolador incluso para mis ojos, que ya han visto el tsunami y el terremoto de Cachemira. ¡Es una visión realmente insoportable! La naturaleza ha desencadenado una orgía de muertes y estragos, dejando en estado agónico a un pueblo que ya estaba sufriendo tanto. Ayer, con lágrimas en los ojos, algunas mujeres me contaron cómo las aguas les arrebataron a sus bebés de sus pechos.
Mientras nuestra embarcación seguía adelante, nos cruzamos con el cadáver a la deriva de un niño de unos cinco años. Era el hijo de alguna madre que estaba de luto en algún lugar, mientras el cuerpo de ese niño seguía flotando, en aguas desconocidas, esperando un entierro, sin que nadie pudiese llorarle ni cantarle…
La gente no tiene agua para beber. Sus viviendas han quedado completamente destruidas y los escombros, que comienzan a pudrirse en los terrenos inundados por las aguas, emanan un fuerte olor. No hay comida. Vimos a los niños mordisqueando cáscaras de coco. Hay animales muertos por todas partes. La gente no se siente ni con fuerzas ni ganas de enterrarlos. Había muchos refugiados acogidos en iglesias y monasterios sin techo, que todavía no han recibido ayuda.
Estamos haciendo lo posible en Birmania por responder a esta catástrofe. Los últimos dos días hemos conseguido llegar hasta personas que se estaba muriendo de hambre. Los precios del gasóleo se han disparado y además es difícil encontrarlo, por lo que el transporte representa un serio un problema. Sigue sin haber corriente eléctrica, ni agua, ni siquiera en Yangón.
Birmania está de luto. El balance de las víctimas asciende ahora a 80.000 y seguimos contando. El gran Irawady era como una madre para estas personas. Les daba comida, transporte fluvial, serpenteando majestuoso entre algunos de los más hermosos arrozales de todo el mundo. El delta era de una belleza extraordinaria, antes de que el Irawady cayera víctima de los ‘encantos’ de Nargis. Entonces la madre se convirtió en monstruo y la belleza en bestia. Las tierras y los campos fueron violados aquella noche. Pasará mucho tiempo antes de que la gente pueda volver a la normalidad. Se necesitará la solidaridad de todos y no sólo para remediar las necesidades materiales.
Les tendré puntualmente informados en cuando pueda volver a usar internet. Estén seguros de que la población birmana les agradecerá todo lo que puedan hacer por ella.
En un rincón remoto, vadeando entre el fango, conseguimos llegar a una pequeña iglesia destruida, en la que algunos damnificados esperaban recibir ayuda. Cuando llegamos, nos recibieron llenos de gratitud y nos sirvieron una taza de té birmano, que era lo único que tenían.
¡Qué este gran pueblo pueda ver la luz! Un saludo.»
«Gracias a todos ustedes por sus mensajes de interés, apoyo y solidaridad. El pueblo birmano les necesita, así como la solidaridad de todos.
En estos momentos estoy totalmente sumergido en el trabajo, tras una jornada en la que acudí a la oficina del Comité de Ayuda a la Emergencia [de la Iglesia católica], a donde acompañé a algunas personas para una reunión urgente de seguimiento de la crisis con el señor arzobispo. Yo estoy ayudando a adiestrar a los voluntarios, además de colaborar en los trabajos de ayuda a las víctimas y realizar una estimación de los daños registrados. También trabajo en la puesta a punto del llamamiento de ayuda a la red internacional de Cáritas.
En los últimos seis días he estado visitando varias de las zonas afectadas y ahora estoy de regreso. Espero disponer del tiempo necesario para redactar un informe de situación más largo y detallado.
Hoy tuvimos también un encuentro con algunos colaboradores y mañana tendré una sesión de formación de otros 40 voluntarios. Ya que casi nadie aquí tiene experiencia en la respuesta a las catástrofes, incluso mi poca experiencia resulta de gran utilidad.
No es necesario explicar cómo Birmania llora hoy y cómo las lágrimas de tantos inocentes apelan a nuestra sensibilidad. Estoy viendo sufrir a este pueblo, a esta buena gente. Cuando vemos cómo la naturaleza viene a agravar su agonía, nuestro corazón cae víctima de la desesperación.
Acabo de regresar de una de las zonas más afectadas, donde casi 30.000 personas han encontrado su tumba bajo las aguas. En Kyaiklatt, Phaypon, Bogalay y las localidades vecinas, han perecido miles de personas. Pudimos llegar hasta la lejana Phyapon, bajando por el río Irawady, sobre el que, en torno a nuestra embarcación, flotaban cadáveres de seres humanos y de animales. Llegamos a un poblado arrasado, donde éramos las primeras personas que los damnificados veían llegar con ayuda. El ciclón Nargis los golpeó, los arrasó, los aturdió y… siguen desconcertados. En un espectáculo dantesco, de profunda “conmoción e impresión”. La fuerza de la naturaleza atacó a estos desventurados durante la noche. El embate llegó desde el mar, a través del río y por el aire, con vientos que aullaban amenazadores y que, con una fuerza devastadora, destruyeron todo el poblado, que quedó como si hubiera sufrido un bombardeo.
Es un panorama desolador incluso para mis ojos, que ya han visto el tsunami y el terremoto de Cachemira. ¡Es una visión realmente insoportable! La naturaleza ha desencadenado una orgía de muertes y estragos, dejando en estado agónico a un pueblo que ya estaba sufriendo tanto. Ayer, con lágrimas en los ojos, algunas mujeres me contaron cómo las aguas les arrebataron a sus bebés de sus pechos.
Mientras nuestra embarcación seguía adelante, nos cruzamos con el cadáver a la deriva de un niño de unos cinco años. Era el hijo de alguna madre que estaba de luto en algún lugar, mientras el cuerpo de ese niño seguía flotando, en aguas desconocidas, esperando un entierro, sin que nadie pudiese llorarle ni cantarle…
La gente no tiene agua para beber. Sus viviendas han quedado completamente destruidas y los escombros, que comienzan a pudrirse en los terrenos inundados por las aguas, emanan un fuerte olor. No hay comida. Vimos a los niños mordisqueando cáscaras de coco. Hay animales muertos por todas partes. La gente no se siente ni con fuerzas ni ganas de enterrarlos. Había muchos refugiados acogidos en iglesias y monasterios sin techo, que todavía no han recibido ayuda.
Estamos haciendo lo posible en Birmania por responder a esta catástrofe. Los últimos dos días hemos conseguido llegar hasta personas que se estaba muriendo de hambre. Los precios del gasóleo se han disparado y además es difícil encontrarlo, por lo que el transporte representa un serio un problema. Sigue sin haber corriente eléctrica, ni agua, ni siquiera en Yangón.
Birmania está de luto. El balance de las víctimas asciende ahora a 80.000 y seguimos contando. El gran Irawady era como una madre para estas personas. Les daba comida, transporte fluvial, serpenteando majestuoso entre algunos de los más hermosos arrozales de todo el mundo. El delta era de una belleza extraordinaria, antes de que el Irawady cayera víctima de los ‘encantos’ de Nargis. Entonces la madre se convirtió en monstruo y la belleza en bestia. Las tierras y los campos fueron violados aquella noche. Pasará mucho tiempo antes de que la gente pueda volver a la normalidad. Se necesitará la solidaridad de todos y no sólo para remediar las necesidades materiales.
Les tendré puntualmente informados en cuando pueda volver a usar internet. Estén seguros de que la población birmana les agradecerá todo lo que puedan hacer por ella.
En un rincón remoto, vadeando entre el fango, conseguimos llegar a una pequeña iglesia destruida, en la que algunos damnificados esperaban recibir ayuda. Cuando llegamos, nos recibieron llenos de gratitud y nos sirvieron una taza de té birmano, que era lo único que tenían.
¡Qué este gran pueblo pueda ver la luz! Un saludo.»
07 mayo, 2008
“Da la cara por el planeta, elige comercio justo”
DIA INTERNACIONAL DE COMERCIO JUSTO
10 de MAYO de 2008
El Día Internacional del Comercio Justo se celebra el segundo sábado de Mayo de cada año, y es promovido por IFAT, Asociación Internacional del Comercio Justo, donde están integradas 256 organizaciones de 60 países. Este año el Día Internacional del Comercio Justo está dedicado al cuidado del medio ambiente a través del un comercio equitativo Nosotros como consumidores tenemos la capacidad de contribuir a la reducción de la pobreza y a la protección del medio ambiente a través del comercio justo.
En el año 2000 los Gobiernos y Estados firmaron la Declaración del Milenio de Naciones Unidas, y se comprometieron con el cumplimiento de los 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio, como un primer paso para erradicar el hambre y la pobreza. Ocho años después, aún no se ha avanzado suficientemente en CAMBIAR LAS NORMAS DEL COMERCIO internacional que privilegian a los países ricos y a sus negocios e impiden a los gobiernos de los países empobrecidos decidir cómo luchar contra la pobreza y proteger el medio ambiente, ni se han ELIMINADO LAS SUBVENCIONES que permiten exportar los productos de los países ricos por debajo del precio de coste de producción, dañando el sustento de las comunidades rurales en los países empobrecidos.
RED INTERDIOCESANA COMERCIO JUSTO
Desde 2001, la Red Interdiocesana de Comercio Justo de Caritas, es un marco de coordinación de organizaciones diocesanas que trabajamos en el campo del comercio justo para la reflexión y la acción conjunta, respetando la identidad y el trabajo de cada una de las 22 diocesanas participantes.
Los productos son una herramienta para mostrar que hay otras personas en otros lugares haciendo un trabajo de calidad, pero con unas condiciones precarias de trabajo y salario, y que esto puede cambiarse. Todos creemos que la oportunidad de la sensibilización para demostrar que otro mundo, con otro comercio, más justo, es posible: sin explotación laboral, sin mano de obra infantil, con igualdad y dignidad de salarios para hombres y mujeres, con derechos sindicales y con respeto al medio ambiente.
Nos hemos propuesto un compromiso de concienciación sobre las situaciones de desigualdad social y económica en un mundo globalizado, cada vez más deshumanizado. Por ello, en Cáritas trabajamos el Comercio Justo en estrecha relación con los proyectos de cooperación internacional, contrastándolos con nuestros modelos de vida y consumo.
Contamos con cerca de 40 técnicos y más de 600 voluntarios, que llegan a nuestras diocesanas a colaborar en las 20 tiendas y jornadas de CJ, instrumentos todos ellos para mostrar otras realidades y rostros para el desarrollo. Los grupos de trabajo participantes en la RICJ - algunos incluso tienen página web- están las diócesis de Albacete, Barbastro, Bilbao (www.kidenda.org) Burgos; Cáceres, Cadiz (www.caritascadizceuta.com/kuyapayana..htm), Calahorra-Logroño, Canarias ; Ciudad Real; Coria Cáceres Cuenca Guadix-Baza, Huelva, Huesca; Mallorca Menorca; Mérida Badajoz; Orihuela Alicante Oviedo San Sebastián-Guipúzcoa (www.kitzin.org), Sevilla; Tenerife, Teruel y Zaragoza
(tomado de www.caritas.es)
En Zaragoza se celebra la Semana del Comercio Justo del 7 al 14 de mayo.
Actividades educativas en la Biblioteca Digital
05 mayo, 2008
La identidad de Cáritas
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