Durante los días 10 y 11 de abril de 2019, se celebró en Madrid, Alpedrete, Los Negrales, el “I Encuentro Confederal del Mundo Rural” en el que participaron cerca de 120 personas procedentes de 36 Cáritas Diocesanas y de los Servicios Generales de Cáritas Española.
¿Y por qué celebramos esta reunión por primera vez en nuestra Confederación? Una de las razones la podemos encontrar en la instrucción pastoral Iglesia, servidora de los pobres, que dice: “Muchas veces pensamos en la pobreza en nuestras ciudades, pero atendemos menos […] a la pobreza de los hombres y mujeres del campo y del mar […]. Todo ello plantea problemas sociales de profundo calado”.
Y ante esta situación, como afirma Mª Carmen López Sánchez, una de las organizadoras del Encuentro, “no podemos mirar hacia otro lado. Como personas, creyentes y Confederación, esta realidad rural duele a la hermana Tierra”. Debemos estar al servicio de los excluidos, los olvidados, los invisibles… del mundo rural.
Por eso, el Encuentro Confederal, que se celebraba bajo el lema “Mirando al mundo rural”, se convocó con los siguientes objetivos: visibilizar la acción de Cáritas en el mundo rural, conocer el territorio rural como lugar de acción, compartir los retos y la búsqueda de respuestas a las situaciones de exclusión rural, y construir un mensaje común a nivel confederal.
Desde Cáritas Diocesana de Zaragoza, participaron 3 de los trabajadores sociales que desarrollan su trabajo diario en los 202 pueblos de esta extensa diócesis y transmitieron con viveza el entusiasmo por el trabajo, así como la visión de las potencialidades y deficiencias percibidas.
Durante el Encuentro, pudimos participar en algunos talleres, que abordaron aspectos clave de la vida en los pueblos: la rentabilidad humana del mundo rural, el papel de la Iglesia -en el que se habló, entre otros temas, de la importancia que tiene nuestro trabajo con otras instituciones y de la corresponsabilidad que comparten laicos y sacerdotes-. En el taller de Acción Comunitaria se reconoció la existencia de algunas dificultades para el desarrollo de esta acción: la despoblación, el envejecimiento, la falta de recursos, de agentes o de tiempo para acompañar, pero también grandes posibilidades como las ganas de hacer, la presencia y el valor del voluntariado. El cuarto taller versó sobre las políticas públicas en el mundo rural. Allí se dejó claro que “si no hemos renunciado a las obligaciones como ciudadanos, no debemos renunciar a los derechos”.
Ya de vuelta a lo cotidiano, tomamos el testigo para volver la mirada al medio rural, con el compromiso de mantenerlo vivo, fuerte, digno y repleto de posibilidades.