En Cáritas tenemos la suerte de trabajar con y para las personas.
Cada una de las personas con las que trabajamos nos ayuda a mejorar como
profesionales y como hermanos.
Porque entendemos que no debemos permitir que las normas dirijan nuestras intervenciones, sino adaptarlas a las necesidades reales de las personas, en Caritas seguimos trabajando siendo altavoz de los sin voz. A continuación compartimos la historia de Med (nombre ficticio) acompañado por nuestra trabajadora social, Marisol.
Med es un joven subsahariano que sale de su país en
2001 y llega a España en patera en 2002.
En su momento, consideró que tenía un 20% de posibilidades de llegar
y 80%
de morir. Pero
vino dispuesto a
trabajar en cualquier cosa. Durante los tres primeros
años lo hace “en negro” por carecer de documentación. En 2005, cuando consigue
regularizar su situación,
comienza a trabajar en la
recogida de fruta y como peón en la construcción. Por fin, puede enviar dinero
a su familia. Con tal mala
suerte que en
2013, Med tiene
un accidente laboral por el que pasa tres meses trabajando
con medicación continua,
con muchos dolores
de cuello y cabeza. Un día, tras
no poder levantarse ni de la cama, le ingresan. Ese día, le detectan un tumor
en la cabeza. Es operado una y otra vez, y aún hoy sigue con dolor de cabeza continuo, mareos, problemas de
visión e
inestabilidad lo que
le obliga a
caminar con muleta.
Med carece de
ingresos, ya que
el empleador le dio
de baja del contrato y nadie gestionó su baja por enfermedad. Al principio le
ayudaron sus amigos pero ya no están
en Zaragoza. Una
trabajadora social lo
derivó a Cáritas. En su día, no le fue concedida una ayuda de urgencia,
ni el
Ingreso Aragonés de
Inserción (IAI) y
tampoco le concedieron la
pensión no contributiva
porque le faltaban
unos meses de
cotización al no
contarle el tiempo de
hospitalización. El año pasado comenzó a trabajar pero el primer día se cayó y
tuvo que dejar el trabajo. Su médico le aconsejo no
trabajar por el
riesgo que corría
y le aconsejó que no volviera a
su país por el tratamiento que está llevando.
Desde
Cáritas se le
apoya emocionalmente y
se le orienta
en muchos temas.
Por ejemplo, en
el de tramitación
de reagrupación familiar
ya que necesita
ayuda para su vida cotidiana. Se le da apoyo en toda la gestión legal
que va necesitando y acompañamiento ante
el Centro Municipal
de Servicios Sociales
ya que en agosto
le concedieron el
IAI y le
asignaron un educador
familiar para ayudar
a su esposa
en su proceso de integración.
Med, cada día,
da gracias a
Dios y a
Cáritas por todo el apoyo y sobre todo a Marisol porque
ha sido para él su segunda madre. Con serenidad y paciencia ha decidido mirar
hacia adelante, tiene ganas de vivir a pesar de su diagnóstico. Su esposa está
aprendiendo castellano para
poder trabajar y está viendo
crecer a su hijo. Los dos le dan fuerza para vivir.