03 junio, 2020

El proyecto de acompañamiento en cárcel en tiempos del COVID-19

En este tiempo de semi confinamiento y vuelta a la "normalidad" seguimos poniendo en valor esas acciones que se están llevando en nuestra Cáritas y que ejemplifican estupendamente ese “ser comunidad” que habla nuestra Campaña. Hoy una de las voluntarias del equipo de acompañamiento en la cárcel ha querido contarnos para este blog cómo ha sido y es eso de "ACOMPAÑAR EN LA DISTANCIA". 

El 14 de marzo la vida en España se paró de golpe tal y como se conocía. Así, sin creérnoslo del todo, entramos en una etapa de confinamiento que iba a obligarnos a readaptarnos como no nos hubiéramos imaginado tan solo una semana antes. Y nuestro proyecto no fue menos, tuvimos que reinventarnos, como todos, literalmente de un día para otro. Se habían quedado conversaciones pendientes, había internos esperando un tercer grado y otros a las puertas de su libertad definitiva. Y, por supuesto, había que acompañar todo eso y había que hacerlo sin poder estar con ellos. Así que, en el equipo pensamos que de momento la mejor forma era extender nuestra actividad de carteo. Muchos del grupo era algo que ya venían haciendo, pero solo con algunos de nuestros usuarios. La idea fue hacerlo con todos para que pudieran sentir que, aun sin encuentro personal, nosotros seguíamos ahí. 


Ha sido algo extraño porque al principio les advertíamos que solo les escribíamos para que nos sintieran cerca. Ha sido complicada también la logística, las cartas llegaban a nuestra sede, que estuvo cerrada unos días, y ninguno de nosotros podíamos trasladarnos a recogerlas. Poco a poco fuimos estableciendo el procedimiento. Alguna de las personas que acompañamos sí que tuvo la oportunidad de llamarnos y pudimos tener noticias de algunos de ellos, pero de la mayoría no sabíamos nada. Así que aunque sin "feedback" real, pusimos nuestro empeño en dejarles claro que seguíamos ahí, mandándoles nosotros cartas, para que superan que nos acordábamos de sus problemas y de los asuntos que tenían pendientes y les enviábamos un ánimo sincero, aunque no supiésemos exactamente en qué punto se encontraban. 

Personalmente, puedo deciros que ha sido complicado el centrarse en animar cuando la situación del país se volvía cada vez más crítica. Quizá lo más difícil para mí ha sido no volcar mi preocupación y frustración en las cartas, no utilizarlas de psicólogo porque su finalidad era más bien la contraria. Ellos habían perdido de golpe todo el contacto cercano con su vida exterior y esa era la idea que yo debía tener presente. 

Al final, como nos prometían al inicio, todo pasa y ya estamos viendo motivos de esperanza después de este tiempo. Nosotros ya recibimos sus cartas, podemos mantener conversaciones reales con ellos y pienso que es el primer paso para poder acompañarlos como hacíamos hasta el 14 de marzo. Seguiremos estando a su lado, ayer hoy y siempre, para cuando nos necesiten. Sea de la forma que sea. Aunque deseamos que pronto, podamos ir a verles.