Las personas que se apuntan a un curso, como los 100 que siguen esta semana en El Escorial la Escuela de Formación Social de Cáritas, lo hacen para aprender. Pero uno de sus monitores, Ismael Pantaleón, insiste en que para saber trabajar en equipo hay que empezar por “desaprender”.
“Tenemos que quitarnos de la cabeza muchos de los hábitos de trabajo que nos han inculcado: que hay que trabajar rápido, que todo es urgente, que hay que ser perfeccionistas y que todo lo importante es serio”.
Como el movimiento se demuestra andando, las clases de Ismael Pantaleón se desarrollan en un ambiente lúdico, con música y ejercicios para “cargar energía”. No es de extrañar que sus sean de los más solicitados por el personal de Cáritas.
“¿Por qué no pensamos que ir a una reunión puede hacernos disfrutar? Nos pasamos la mayor parte de nuestra vida trabajando, y podemos hacerlo con ilusión y alegría, pero para eso nos lo tenemos que currar”, insiste este animador socio-cultural que tiene más de 13 años de experiencia formando a personal de ONG y administraciones.
Una vez realizado el “desaprendizaje”, Ismael insiste en que hay que poner la casa en orden, y lo primero que hay que aprender para trabajar en equipo es que lo más valioso de una organización son las personas que trabajan para ella. Y a las personas –y sus relaciones hay que cuidarlas.
Y como si quisiera predicar con el ejemplo, en los primeros cinco minutos del curso ya se ha aprendido los nombres y lugares de procedencia de sus 27 participantes.
Una de ellas, Yolanda, trabaja en la Escuela de Tiempo Libre de la Cáritas diocesana de Valencia. Allí organiza cursos para animadores de tiempo libre que ayudan a niños en situación de riesgo social, sobre todo pequeños de familias sin recursos, gitanos e inmigrantes. Para José Angel Sugui, que trabaja con Cáritas en la diócesis de Tuy-Vigo, su día a día es la formación y orientación de voluntarios. “Lo más difícil es el trabajo en las zonas rurales muy dispersas y con poca población”. Sugui afronta con entusiasmo este curso sobre trabajo en equipo, que ha elegido como ayuda para dar sentido de grupo a las personas con las que trabaja.
Miles de voluntarios y técnicos trabajan en las Cáritas de las 68 diócesis españolas atendiendo a personas sin recursos, transeúntes sin techo, inmigrantes en situación vulnerable, desempleados y un sin fin de gentes en situación de vulnerabilidad. Ninguno de ellos realiza su trabajo en solitario, sino como parte de un grupo. A menudo en el mismo grupo de Cáritas están juntos personas muy distintas: voluntarios y asalariados, jóvenes y mayores, hombres y mujeres. Actuar todos a una requiere un saber hacer especial. Como afirma Ismael, “aunque somos seres sociales, el trabajo en equipo no es una habilidad genética, sino que hay que aprenderla”.
Durante este curso, uno de los cinco que se desarrollan en esta última semana de la XVI Escuela de Formación Social de Cáritas, los participantes aprenden cómo gestionar conflictos, organizar reuniones, distribuir el tiempo de trabajo, tomar decisiones en grupo… y un sin fin de aspectos que tejen la red del trabajo en equipo.
Ismael Pantaleón sabe muy bien que un trabajador social puede llegar a “quemarse” con facilidad. Por eso ofrece los remedios para que esto no suceda: “No podemos llegar a todo y por eso hay que priorizar y tomarse tiempo para pensar y comunicarnos. No podemos vivir constantemente en la prisa, haciendo reuniones que duran tres horas… en el que la gente se agota y no se puede pensar y tomar decisiones con serenidad”.
Los 27 participantes de su curso aprenderán también otros detalles importantes del trabajo en equipo, como el cuidado del ambiente en el lugar de trabajo y cómo entrenar la creatividad. Cuando vuelvan a los lugares donde sirven a los más pobres de la sociedad española realizarán su labor de manera más efectiva, y también más gozosa
(texto enviado en el Servicio de Noticias de Cáritas Española)
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