El joven director de cine aragonés Javier Macipe, de tan solo 20 años, ha conseguido emocionar a más de 400 personas que han asistido al estreno de su película "Vivir sin agua"; ha conseguido llegar al corazón de los numerosos voluntarios, trabajadores y colaboradores de Cáritas que han visto cómo pasaban ante sus ojos las escenas, los dramas, los sufrimientos, y también la esperanza y los sueños, de ese gran número de personas que hoy en Aragón, en Zaragoza más concretamente,-la película está rodada principalmente en esta ciudad- viven en los márgenes. Muchos voluntarios se han sentido identificados con los problemas que en esa película se relatan, muchos técnicos han visto reflejado en la pantalla su trabajo diario. Todos nos hemos sentido sobrecogidos, emocionados, impactados por la crudeza y el realismo de unas imágenes que, estando cerca de nosotros, no las vemos.
Javier ha sabido llevar a la pantalla a personas de carne y hueso que han relatado su experiencia, su diario vivir, que "nos han abierto las puertas de su casa y de su corazón" para que fuésemos testigos de cómo en pleno siglo XXI, en el primer mundo, en una gran ciudad, muchos vecinos nuestros no disponen de un baño, no tienen acceso al agua caliente, no tiene dónde lavar la ropa...
Personajes de carne y hueso que han sido capaces, bajo la sabia dirección de Javier, de enseñarnos mucho más que lo que aparecía en la pantalla: sentimientos, emociones, frustraciones, sueños rotos... la marginación y la exclusión en la pantalla.
No ha caído Javier en el sentimentalismo ni en la ñoñería, ni tampoco los jóvenes actores que interpretaban magistralmente sus papeles junto a los protagonistas reales.
El tiempo ha pasado rápido, casi sin darnos cuenta; y cuando se han encendido las luces hemos visto, entre el público, a algunos de los que acababamos de ver en la pantalla, hombres y mujeres reales que nos han enseñado, que han denunciado, cómo se puede vivir? -mejor malvivir- sin agua.
Javier, has llegado al corazón de la gente de Cáritas. Ojala tu mensaje de denuncia llegue a millones de personas más y seamos capaces de darnos cuenta -como decía David- que todavía es tiempo de creer en la UTOPÍA, que todavía es tiempo de esperanza, como afirmaban los inmigrantes de Longares, que todavía estamos a tiempo de hacer un mundo sin últimos.
Fotografías del estreno
